David M. Rivas
El rey Juan Carlos acaba de constituir una fundación con la finalidad institucional de preservar su legado y que las generaciones venideras sepan de su transcendencia histórica. El monarca español que, por tradición, recibe de Roma el título de "católica majestad", aporta a la fundación el dinero que ocultó en paraísos fiscales y aseguró que no existía a la hacienda española, acogiéndose a la opaca legislación financiera de una monarquía feudal musulmana. Ya tenemos ahí un par de puntos para iniciar los estudios sobre su legado y su paso por la historia. La directiva de la fundación está encabezada por sus hijas Elena y Cristina, con lo que el dinero está bien seguro, porque son de baúles y grandes maletas. Su hijo, el rey Felipe, parece estar al margen, aunque va tener que ser el organizador de los funerales en su día, unos fastos que, lógicamente, deberán estar a la altura del legado y la transcendencia histórica de su padre. Por cierto, ahora hay sitio ante el altar mayor de la basílica de Cuelgamuros. En definitiva, hablamos del legado y de la transcendencia histórica de la dinastía, que siempre estuvo rodeada de copas, espadas y bastos. Del palo de oros siempre se supo poco.
DdA, XX/5.767
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