Javier Ordás
Las noches de verano son ideales para mirar el cielo y poder contemplar la inmensidad del universo, la temperatura es favorable y si no hay nubes el espectáculo está asegurado. La luna, algunos planetas, las constelaciones y hasta Andrómeda, la galaxia más cercana a la tierra, son visibles a simple vista. Buscar un lugar donde huir de la contaminación lumínica y atmosférica es lo ideal.
En estas fechas de agosto tenemos un acontecimiento importante, una lluvia de estrellas, las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo, que son en realidad pequeñas partículas de polvo de distintos tamaños que van dejando cometas o lo largo de sus órbitas alrededor del Sol. La nube de partículas que resulta de este desprendimiento es atravesada cada año por la Tierra en su órbita alrededor del Sol y en su encuentro, estas partículas de polvo se desintegran a gran velocidad al entrar en contacto con la atmósfera terrestre creando los trazos de luz que se pueden ver durante la noche. Las Perseidas concretamente provienen del cometa Swit-Tuttle.
Las Perseidas pueden aparecer en cualquier parte del cielo, pero es bueno localizar el radiante, este es el punto del que parecen salir las estrellas fugaces y el que da nombre a cada lluvia. En este caso, como tiene lugar en la constelación de Perseo, la lluvia se llama Perseidas. Esta constelación esta sobre el horizonte Norte-Este cerca de la famosa constelación de Casiopea.
*Fotos de la salida del centro galáctico de la Via Lactea y rastros de estrellas o circumpolar, desde Geras de Gordón, León.
DdA, XX/5.737
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