El titular es una de las frases que escribe Tecé en este artículo. Mis padres vivieron y sufrieron lo que para ellos y su familia supuso la ruptura de la convivencia en este país hace menos de un siglo. No puede haber peor noticia para España, al paso de varias generaciones, que la convivencia vuelva a estar en riesgo porque estemos en un país sin idea, nada menos, de justicia neutral.
Gerardo Tecé
El Glorioso Alzamiento Judicial sigue cosechando victorias por los campos de España. La última hazaña, que entra desde ya a formar parte del libro de los cantares de gesta, ha consistido en absolver al ultraderechista que durante meses acosó a la familia Iglesias Montero a las puertas de su casa. La jueza Belén Pérez Fuentes no consideró probado que el tipo que daba entrevistas por televisión presentándose como orgulloso líder del cerco a la vivienda fuese el organizador del acoso. Hay ocasiones, como el caso de Puigdemont cabecilla de un grupo terrorista, en las que los liderazgos son más fáciles de percibir que en otras. La Justicia española está en racha y una victoria llama a la siguiente.
El mismo día y a escasos metros de este juzgado de lo penal que ha sentado jurisprudencia para que acosar a líderes políticos en sus viviendas sea una práctica legal e incluso saludable, llega un esperado anuncio de la Sala Segunda del Tribunal Supremo: se niegan a cumplir la ley de amnistía aprobada por el Congreso de los Diputados. Que el Poder Judicial, encargado de hacer cumplir la ley, se niegue a cumplirla, podría resultar chocante para quien haya estado fuera de España estos últimos años. Habría que explicarle que la sorpresa no es tanta si tenemos en cuenta que este mismo tribunal se manifestó en contra de la ley de amnistía cuando el contenido de ésta aún no había sido redactado.
Disimular no es una opción en el campo de batalla. Lo sabe por partida doble el juez Peinado y también el juez Peinado –al parecer usa dos DNIs distintos el hombre– que mantiene imputada a la pareja del presidente del Gobierno en base a informaciones falsas, y lo sabe el titular del juzgado número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre. El autor de la tesis consistente en definir a Puigdemont como una especie de espía a las órdenes de Putin no disimuló mientras conversaba con funcionarios judiciales, así que fue grabado asegurando que, gracias a su imputación, “al Gobierno le quedan dos telediarios alemanes, esto es su tumba, a tomar por culo”. Si a usted, cabreado por la indecencia de estos audios, se le ocurriese llamar al juez corrupto o prevaricador estaría incurriendo en una injuria que probablemente sería castigada. Así que no lo haga.
Si la Justicia no disimula es absurdo que el resto lo tengamos que seguir haciendo. Quizá la sociedad viva relativamente cómoda con esa idea abstracta de que la Justicia está politizada, así, en general. Pero, por incómodo que sea, toca decir la verdad como la dice el juez Aguirre en sus conversaciones de juzgado. La Justicia no está politizada en abstracto, sino que la derecha española con la que Pedro Sánchez acaba de pactar el Gobierno de los jueces, lleva años –y los que quedan– prostituyendo y dinamitando algo que no les pertenece, sino que es del pueblo: la idea de que ciertas reglas de neutralidad nos gobiernan. Esa neutralidad no existe en este país y hay que asumirlo. La Justicia no está politizada en abstracto porque no hay ningún juez de izquierdas que impute a Feijóo por posible tráfico de drogas en base a fotografías con antiguas amistades con yate. Hacerlo sin pruebas no sería serio ni sería justo. No hay acusaciones de pederastia contra políticos miembros de la derecha por posibles vínculos con la cúpula de una Iglesia que acumula miles de agresiones sexuales contra niños. ¿Alguien se imagina las consecuencias de poner en marcha una acusación tan grave sin pruebas? Es lo que se ha hecho con Mónica Oltra.
No hay un juez de izquierdas que decida imputar a Abascal por alta traición a España o espionaje para Israel cuando, en pleno conflicto diplomático, viajó a lamer las botas del genocida que nos amenazaba. No hay, como ustedes saben, jóvenes de derechas condenados a nueve años de prisión por agredir a policías en las protestas frente a Ferraz. Eso se reserva para los de Alsasua. No hay cantantes de derechas en la cárcel por las letras de sus canciones ni se ha condenado por injurias a la Corona a fascistas que llaman adúltera y satánica a la misma reina Letizia, por cuya viñeta satírica sí se condenó a la revista El Jueves. Los ejemplos son infinitos y tras cada uno de ellos podemos imaginar, sin mucho esfuerzo, a un honorable juez diciendo al estilo Joaquín Aguirre, “a la cárcel por rojo de mierda”.
Quizá olviden algunos salvadores de la patria con toga que, aunque la ley les ampare a la hora de dictar sin consecuencias los autos y sentencias más imaginativos para satisfacer sus fantasías políticas, la Justicia no es suya. Que un país sin idea de justicia neutral es un país cuya convivencia está en riesgo. Dejen de manosearla. Dejen de avergonzarnos. Si quieren que gobierne su partido político preferido o quieren tumbar leyes que no les gustan, dejen la toga y preséntense a las elecciones. Si quieren acosar a líderes políticos a los que odian, vayan ustedes mismos a las puertas de sus casas y expónganse. Pero dejen de llenar de mierda algo que no les pertenece.
CTXT
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