lunes, 29 de julio de 2024

EL DÍA QUE EMPEZÓ LA GUERRA EN LLANES Y LA VERBENA QUEDÓ SUSPENDIDA



Bolado cuenta el primer día de la Guerra Civil en Llanes (Asturias) y escribe para ello el titular que este Lazarillo da a este post. Aquel día era sábado y quien anota este comentario comenzó a ser un lejano proyecto en esa misma fecha en que mi padre estrenó un traje de lino blanco y bailó con mi madre en el Parque Japonés de Gijón. La guerra y su destierro pospusieron mi nacimiento demasiados años. También a ellos les suspendieron la vida que esperaban llevar en común con una obligada separación, consolada con la correspondencia epistolar. No puedo evitar esta referencia cada vez que alguien rememora el día en que se inició aquella barbarie delante de los ojos de la generación que la vivió en su niñez y mocedad. Deberíamos estar capacitados para pensar que aquella guerra y aquella dictadura fueron el último capítulo de una historia reiterada de guerras civiles y dictaduras, pero me temo que no se ha hecho lo posible y necesario para conocer a fondo nuestra historia y evitar el riesgo de repetirla.

José Bolado

Aquella mañana del verano de 1936, Ricardín fue con su amigo Rogelio Junco a bañarse en las aguas del "Melendro" y vieron pasar el tren.
Era el 18 de julio, Santa Marina, pero notaron que, a diferencia de otros años, esta vez acudía a la fiesta muy poca gente "gorda" de la villa. No se vi0 ninguna de aquellas "charrés" que transportaban a familias y sirvientas con la comida para disfrutar de un gran día.
A él, que era de la Comisión de Festejos, eso le llamó mucho la atención.
A pesar de todo, la fiesta transcurrió como siempre: misa, procesión por La Vega, ofrenda de ramos y corderos, bailes folklóricos, subasta...
Por la tarde, hubo romería, amenizada por la pianola de Isaac Garavito, el de Cue.
A la hora de la cena, bullía la gente por la bolera y por la Casa Conceju. De pronto, llegó apresuradamente un auto conducido por el chófer del doctor De la Vega Thaliny, Aniceto (Teto,) Morán, quien venía a avisar del levantamiento de Franco.
“¡Empezó la guerra!", anunció, y la verbena quedó suspendida. Una docena de jóvenes bajaron en ese mismo coche a la villa, entre ellos Ricardín, que llevaba un revólver. Aparcaron junto al "Zahara" y se pusieron a disposición de las autoridades republicanas en el Ayuntamiento, mientras un numeroso grupo de paisanos formaba corrillos ante el Café Pinín, para acercar la oreja a la radio.
La guarnición de la Guardia Civil ya se había ido a Oviedo. A ellos les encomendaron misiones de vigilancia en determinadas zonas, y esa noche la pasaron en vela.
Al día siguiente, Ricardín se alistó en las tropas de "el Coritu" y partió desde las escaleras del Paseo en un autocar de Laureano Morán con otros mozos (Juan Pérez Bernot, hijo de Pedro "el Sordu", entre ellos), que los llevó hasta Cangas de Onís, en cuya iglesia tendrían el Cuartel General. (A “El Coritu”, importante tratante de ganado, ya lo conocía Ricardín de antes de la guerra, pues hasta Parres llegaba con la pareja de vez en cuando un sobrino político suyo, José Núñez Hano, "Che", a buscar carros de rozo).
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DdA, XX/5.721

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