miércoles, 15 de mayo de 2024

JULIAN ASSANGE, PABLO GONZÁLEZ Y LA MUERTE DE LA VERDAD


Félix Población

Veinticinco meses lleva encarcelado el periodista español Pablo González en una cárcel de máxima seguridad, acusado (sin pruebas) de espionaje a favor de Rusia en el conflicto armado que mantiene este país con Ucrania y del que González fue cronista. 

Se ignora el tiempo que puede seguir en prisión este profesional de la información porque en Polonia, a diferencia de otros países, la prisión provisional no tiene límite. El gobierno español, que de seguro habría actuado de modo muy distinto si Pablo González estuviera encarcelado en Rusia acusado de espiar para Ucrania, no da muestra alguna de interesarse por Pablo González para que se defina de una vez su situación a la mayor brevedad posible. 

Tampoco, que se sepa, se ha molestado para que, al menos, la mujer y los hijos del periodista puedan visitarlo con más frecuencia. En dos años y tres meses, ha sido recientemente cuando la esposa de González y el mayor de su hijos han podido estar con él por tercera vez durante dos horas en la prisión de Radom donde se encuentra, sin que lo hicieran a solas, pues les acompañaban personal de los servicios secretos polacos.

Ohiana Goiriena encontró a su marido bien de ánimo y salud, y el hecho de que dos de sus amigos pudieran verlo recientemente puede dar pie a que se regularicen en breve las autorizaciones para visitarlo más regularmente y tener la posibilidad de que su familia y su madre puedan hablar con él por teléfono. Espera asimismo que las autoridades polacas permitan a los abogados de Pablo González tener acceso a todo su expediente y no sólo a partes limitadas del mismo, como hasta ahora. 

En estos tiempos tan desfavorables para la verdad (La muerte de la verdad en democracia es el título de un reciente libro de Pedro Silverio Moreno, ed. Villa de Indianos) y, por ende, para la credibilidad del periodismo, los casos de Julian Assange y Pablo González ilustran con sus respectivos encarcelamientos el deterioro democrático que experimenta la sociedad occidental, más proclive a que se avance en esa deriva que a rectificar el rumbo.

Del periodista Pablo González esperamos que su fortaleza de ánimo siga en pie y que, con su libertad, haga la crónica de su libertad y vida suspendidas durante más de años (por ahora), algo que nada ni nadie compensará cuando vuelva a abrazar a los suyos en España.

DdA, XX/5644

No hay comentarios:

Publicar un comentario