Félix Población
Desde que tuvimos la oportunidad de ser gobernados por quien la ciudadanía quiso en dos ocasiones, dos, porque ese fue el resultado de las urnas tras un decenio largo del que se llamó gobierno del cambio y no lo fue porque fue una engañifa, siempre quise encontrar unos calificativos que le diera a la imagen de Aznar una descripción adecuada y concorde con su personalidad de político nefasto, según decía el protagonista infantil de Sender en su magnífica Crónica del alba.
Ha tenido que ser ese magnífico escritor llamado Rafael Narbona, hijo de quien fuera secretario de Armando Palacio Valdés -sobre quien escribió un libro que me recomendó el propio Rafael para saber del final del novelista asturiano en el Madrid de la guerra-, quien acertara a propósito de las palabras que se recogen en el vídeo. En ellas llama (¡¡¡Aznar!!!) mentiroso a Pedro Sánchez. Leamos: "José María Aznar acusa a Sánchez de farsante, mentiroso y autócrata. En cambio, asegura que él nunca mintió cuando era presidente de gobierno. Su falta de vergüenza solo es comparable a su indigencia mental. Aún le recuerdo asegurando que había armas de destrucción masiva en Irak y situando el motín de Aranjuez en el siglo XVIII. Cinismo e ignorancia, sus dos grandes cualidades. Aznar se considera la octava maravilla del mundo, pero creo que la historia le reserva un lugar de honor en la galería de los grandes villanos y los grandes botarates".
Sobre lo escrito por Narbona he de añadir, además, que visto el manejo de manos que se trae ante las cámaras Aznar el de las Azores, las armas de destrucción masiva y las montañas y desiertos no muy lejanos del 11-M, un rasgo bastante definitorio del personaje -que cabe temer vaya a más con la edad- es el de una petulancia casi guiñolesca, que aplicada sobre la ignorancia, cinismo e incultura chirriantes que lo caracterizan, le otorgan algún calificativo más que los de mentiroso, villano y botarate: Aznar es un jaztancioso a lo Trump pero en modalidad celtibérico, más de sainete que de esperpento .
Lo peor del caso es que, a poco que se despisten o desunan -según es norma- los responsables de ofrecer alternativas políticas a jefes de gobierno y gobiernos de esa laya, podría darse el caso de que a La Moncloa llegara a corto o medio plazo una lideresa con similares características, porque mucho me temo que la madurez democrática de la ciudadanía va a menos a medida que la calidad democrática de este país decrece ostensiblemente, no habiendo sido ésta nunca boyante porque se ha hecho todo lo posible para no inculcarla durante casi medio siglo desde la transida transición.
Un tipo como Aznar, con su trayectoria de mentiras sobre repetidas tragedias humanas, debería haber tenido la vergüenza hace mucho tiempo de haberse ido de la escena pública española o, de no hacerlo, haber pedido al menos perdón por tan ignominioso protagonismo.
DdA, XX/5.643
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