sábado, 27 de abril de 2024

POR TI QUE TE PROTEGES DEL ARDOR DE LA SEDA...



Inés Marful

Oración infinita / Ánima mundi
Por ti que te proteges del ardor de la seda
Por la columna erguida, por el cáliz
Por la humedad del loto y por la especie
Por el pecado
Por las aguas salvajes y el tacto del satén
Por la res naturae y por la lana virgen
Por el tallo
Por los dientes del lobo y el pulso del marfil
Por el sudor helado y por la fiebre
Por el que escucha
Por el hueso malar y el fulgor en la estopa
Por lo que vierte el cántaro
Por la huida
Por el lomo del puma y el clavo en la pared
Por el arma del duce y el palio de la lluvia
Por la rana en el charco y la latitud más honda
Por el silencio
Por las siete partidas y el último recodo
Por la angustia
Por la nave en el fondo y el alambre de espino
Por la exacta memoria y el sol del arrecife
Por la rareza
Por las cruces del diablo y el taco en la pared
Por la cantera exhausta y el vértigo del lirio
Por la luna en el charco y el olor de las heces
Por este día
Por la quietud del puma y la aguja en la ingle
Por el toro de barro, por la vana ortodoxia
Por el relato abierto
Por el libro de infancia que amaneció mojado
Por la red
Por la clave de bóveda y el ensueño
Por quien revienta el quicio, por quien se para
Por las ruinas circulares y Beatriz Bitervo
Por la rima tatuada y por lo que acecha
Por Paul Celan y el Sena que acunó su cadaver
Por cada río
Por los cien mil horrores, por el talud de arcilla
Por el hedor del vientre y el códice que sangra
Por lo Absoluto
(…)
Versión sin revisar. Con el taller al sol.
Así empezó este poema infinito. Sumergida en el bahía de la albufera (Mallorca) con traje y sombrero de Balmain. Las corrientes tiran y es difícil, mucho, quedarse clavada como un Cristo en el mar. Clavada como un Cristo sin ferralla ni duelo. Y sostenerse en paz.
Foto: Su Alonso

DdA, XX/5624

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