Acaba de morir Ramón Fernández-Rañada Menéndez de Luarca, uno de los urbanistas más importantes de Asturies, y sin lugar a dudas, fundador junto con Arturo de Terán, Enrique de Balbín y otros profesionales del urbanismo que se inicia con la Transición, los primeros ayuntamientos democráticos y la autonomía asturiana. Nacido en Oviedo/Uviéu en 1943, se formó en Arquitectura en Madrid, donde estudió también Filosofía y Sociología. Allí se implicó en el movimiento estudiantil, colaboró en el Sindicato Democrático de Estudiantes y comenzó su relación con la oposición antifranquista como independiente, sin militar en ningún partido.
Amplió sus estudios en Glasgow y Roma, y de regreso a Asturies comenzó su trabajo como arquitecto, al tiempo que participaba en Amigos de la Naturaleza Asturiana, entidad pionera en el movimiento ecologista que denunciaba los efectos que el desarrollismo franquista estaba provocando en el territorio asturiano: un urbanismo descontrolado y una proliferación industrial sin ningún tipo de control ni regulación medioambiental.
En 1974 Franco agonizaba y el PCE y sus aliados impulsaban desde París la Junta Democrática para amplificar y ensanchar las movilizaciones contra la dictadura. La Junta tomaría forma a nivel local y regional, y Rañada se convertiría en el presidente de la junta asturiana. Su estudio se convertiría en lugar de conspiración democrática e incluso llegaría a contratar como delineante al líder comunista y de CCOO Gerardo Iglesias, represaliado en la mina por su actividad política y sindical.
Tras la unión de la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática en Coordinación Democrática, seguiría participando activamente en la organización resultante, llegando incluso a diseñar el cartel de la campaña asturiana de boicot al referéndum para Ley de Reforma Política. En las fotos de la Transición asturiana se le puede ver encabezando algunas de las manifestaciones más importantes celebradas en los estertores de un régimen que trataba de perpetuarse más allá de la muerte del dictador.
Su última gran batalla sería por la conservación del palacete de Concha Heres en la capital asturiana. Un proyecto contra el que se alzaría una gran movilización ciudadana que abogaba por su conservación. El movimiento cívico no lograría salvar el chalet, pero sí los jardines, frustrando el proyecto especulativo para alzar una torre de 28 plantas en la parcela que hoy ocupa la delegación del Banco de España. Desvinculado de la actividad política tras las elecciones de 1977, se reciclaría profesionalmente en Liverpool y regresaría a Asturies para trabajar como técnico de los primeros ayuntamientos democráticos.
En 1981 sería contratado para redactar el primer Plan General de Ordenación Urbana de Xixón, un documento que trataba de poner orden en una ciudad que desde finales de los años 50 había crecido de manera caótica y descontrolada, sin zonas verdes, equipamientos, protección del patrimonio ni espacio público de calidad. “El urbanismo de Oviedo era mediocre, pero Gijón era Sodoma y Gomorra”, ironizaba en 2017 en una entrevista concedida al diario El Comercio. Fruto de este trabajo se mejoraría la calidad de los barrios obreros gijoneses y se protegería lo que quedaba del casco histórico de la ciudad.
“El Gijón que hoy conocemos: Cimavilla, el puerto, el rural…. le debe mucho” señala Sonia Puente, arquitecta y ex directora general de Ordenación Urbana. El Plan gijonés sería premiado a nivel nacional en 1985, pero a pesar de ello Rañada sentía que había llegado tarde, “cuando quedaba muy poco por salvar”, en una ciudad que partiendo de una situación muy parecida a la de Santander o San Sebastián, había destruido gran parte de su patrimonio al calor del desarrollismo de los 60 y 70. Entre las críticas que se hacen a día de hoy a un plan que en su momento fue modélico e innovador, está una insuficiente protección del patrimonio industrial gijonés, literalmente barrido en los años 80 y 90, dejando unos poco vestigios del pasado fabril de la ciudad. “Tenía una forma de entender el planeamiento que yo definiría como nórdico y aplicó ese saber en un país de carácter latino, lo que aporta especial mérito a su trabajo” explica el arquitecto Marcos de Balbín sobre un urbanista que diseñó buena parte de los planes del área central asturiana.
Este lunes en Twitter Adrián Barbón destacaba de él su labor en Llaviana en los tiempos en los que los dos habían coincidiendo siendo uno alcalde y el otro el encargado de repensar el urbanismo local. Su último trabajo, la reforma del PGO de Oviedo/Uviéu, contratada por el tripartito, guarda hoy el “sueño de los justos” en algún cajón del Ayuntamiento. “El mejor homenaje es dar continuidad a la tramitación del plan” ha señalado Gaspar Llamazares, portavoz de IU, con respecto al fallecimiento del arquitecto y urbanista.
Marcos de Balbín destaca como su otra gran aportación el Plan Territorial Especial de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA), un documento elaborado entre 1999 y 2004, Premio Nacional de Urbanismo, y considerando clave para la buena protección de la costa asturiana. Ovidio Zapico, consejero de Ordenación del Territorio, agradece a Fernández Rañada que el Principado cuente con una de las costas más protegidas de España: “Desde la Consejería compartimos su compromiso por garantizar el equilibrio entre el desarrollo urbanístico y la conservación de nuestro patrimonio natural. El interés general debe primar siempre sobre otros intereses”..
Sobre la que está considerada su obra maestra, Fernández Rañada reconocía en 2019 que no fue sencillo implantar estas protecciones porque “costó algún tiempo que la gente aceptase las nuevas medidas”. También admitía que el litoral asturiano se había beneficiado de una mayor presión turística, algo que está por ver cómo evoluciona en los próximos tiempos de turistificación y cambio climático. El POLA es en todo caso una herramienta legal para frenar proyectos de “marbellización” de la costa asturiana.
En el plano personal Miguel Casariego, decano del Colegio de Arquitectos, destaca su inteligencia y “extraordinario sentido del humor”. Sonia Puente señala que era “áspero en apariencia, y sin embargo muy cercano y generosos en el trato, eternamente acompañado y sostenido por Elena, su compañera de vida, con la que hacía una pareja muy especial”.
NORTES DdA, XX/5.563
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