miércoles, 7 de febrero de 2024

CON BARRABÁS O CON CRISTO*: EL ACOSO A LA ESCUELA LAICA


En el número 24 de la calle de Miguel Íscar se inauguró la escuela laica el 25 de marzo de 1886 / Archivo Municipal-Fuente
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Luis Miguel Lázaro Lorente*

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* La expresión es de J. Marín del Campo en El Castellano de Toledo («Por Jesucristo y por España»), a propósito del agrio debate que se desarrolla entre clericales y anticlericales patrocinando a sus respectivos candidatos al Premio Nobel de Literatura. Así, no hay que llamarse a engaño: «Judaizantes, masones, protestantes y demagogos (y tal vez algunos católicos incautos) se aperciben a dar una nueva batalla a la España católica». Frente a un Galdós anticlerical y sin mérito literario alguno, la figura excelsa de Menéndez Pelayo. Como les dice a sus paisanos para movilizarlos, se trata de estar «Con Barrabás o con Cristo». [«El premio Nobel y Menéndez Pelayo», El Siglo Futuro, (21-II-1912), p. 1].
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RESUMEN: La introducción de la escuela laica en España a partir de los años ochenta del siglo XIX vendrá de la mano de asociaciones vinculadas al librepensamiento y la masonería, de agrupaciones republicanas y de grupos anarquistas. Desde sus comienzos, su desarrollo resultó extraordinariamente difícil. No resultaba fácil disponer de financiación para los locales, ni tampoco contar con el profesorado y los libros de texto adecuados. Pero, sobre todo, los impulsores de la escuela laica pronto van a tener que afrontar el acoso sistemático de la Iglesia española y de los grupos sociales y políticos más conservadores que, a todos los niveles, opondrán una feroz resistencia a los tímidos y limitados intentos de secularización de la vida social española. En ese esfuerzo, la escuela laica debía haber jugado un importante papel, que quedará seriamente limitado por el reducido número de escuelas laicas realmente instaladas en España.

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LAS CRÍTICAS Y DESCALIFICACIONES CONTUNDENTES a las propuestas de laicización de la enseñanza en España aparecen muy tempranamente. Casi se podían contar con los dedos de una mano las escuelas laicas que tenía el país en los primeros años de la Restauración, y conservadores y clericales estaban armando su panoplia de argumentos en contra de ese tipo de centros. Los ataques aparecen en total coincidencia con los primeros intentos de la masonería y el librepensamiento por ir abriendo escuelas laicas que el republicanismo y el movimiento obrero apoyará. Especialmente el anarquismo, que pronto les dará su apoyo económico contribuyendo por igual «al sostenimiento de los periódicos anarquistas, a la impresión de los libros y folletos doctrinales, a los gastos de las reuniones, a subvencionar escuelas laicas y a las misiones de propaganda».

El armazón del discurso ideológico censor de ese tipo de educación alternativa a la dominante, inducido por la Iglesia y sus grupos sociales afines y asumido por los gobiernos del país, encuentra los mimbres en Francia, donde Milsand, cargado de escepticismo, ya había escrito que «Es preciso conocer muy poco a los hombres, para creer que por medio de las escuelas laicas, destruiremos el ultramontanismo» Exactamente igual como ya sucediera en España con el discurso reaccionario antiilustrado que encuentra en Francia su fuente de inspiración ahora conservadores y clericales españoles recuperan los argumentos que en contra de la escuela laica y a favor de la enseñanza religiosa utilizan sus defensores en el país vecino resistiendo al impulso de laicización de la enseñanza dirigido por Jules Ferry. Son obras del clero francés enfrascado en ese proceso de oposición a la política educativa gubernamental hechura para ellos, otra vez, de la francmasonería internacional.

Buen ejemplo de ello es la obra Las escuelas laicas de monseñor Louis-Gaston de Ségur publicada en castellano en 1882, al año siguiente de la muerte en París de su autor, que, no casualmente, se reedita en 1910, meses después de la Semana Trágica5. Con fecha de mayo de 1882, bien el traductor, bien el editor,
presenta la obra con un alarmista llamamiento «Al pueblo español»: «Como todo lo malo de Francia es al momento parodiado con servil exactitud por los enemigos de la fe católica en nuestra patria, sucede que la cuestión de la enseñanza laica está ya presentándose entre nosotros, por lo menos en la discusión de los clubs y los periódicos. Las avanzadas de este ejército que han asolado la Francia están ya aquí». Lo que puede esperarse de gente tan peligrosa no admite duda posible:

¡Padres y madres! Os quieren robar vuestros niños y niñas para la Revolución y para el infierno, ¡y no lo habéis de consentir! Antes que vuestras son de Dios y son de la Iglesia, y no habéis de tolerar os los arrebaten en tan tierna edad por medio del más infame y vil de los secuestros ¡Ojo alerta, pues! Y cuando se presente el villano seductor a pediros llevéis a su escuela infernal vuestros hijos, decidle con el acento de la más firme indignación: ¡Atrás, desvergonzado raptor! ¡Mis hijos no los he engendrado para el diablo sino para ser hijos de Jesucristo, único verdadero Dios!

Se denuncia en esa obra que el compromiso legal del Estado con la extensión de la enseñanza primaria es, «entendedlo bien, únicamente porque la escuela laica (c.o.) que pretenden imponer es la escuela sin Dios, la escuela sin Jesucristo y sin Religión quieren hacerla obligatoria y gratuita (c.o.)». En realidad, se trata de «una verdadera conspiración contra la fe de nuestra patria». Por otra parte, avisa que no es gratuita porque «el Estado las pagará, y las pagará con largueza. Ahora bien, ¿quiénes son, decidme, los que llenan la caja del Estado? Son los cristianos», y sólo «los impíos, los comunistas y los que viven mal (cursiva mía) son partidarios de la escuela sin religión»

Obviamente, no es, en realidad, por completo así, y los apoyos a la enseñanza laica no nacen sólo del resentimiento. También del convencimiento. Como la contestación a los primeros embates represores de los gobiernos conservadores. Las reformas de Pidal, lo que él llamaba su «obra de pacificación de la enseñanza», tienen para Giner de los Ríos, además de otras intenciones, la de cerrar «las escuelas
laicas, y dar al Gobernador la inspección teológica de las protestantes, y el monopolio en los auxilios del Estado —que pagamos todos— a las escuelas de las asociaciones católicas». Se pregunta, escéptico, si «Con estos, tan nuevos, sagaces y bien concertados recursos ¿va a acabar con el liberalismo, y el laicismo, y el socialismo y el materialismo, y el ateísmo, y el darwinismo, y el positivismo, y el panteísmo, y el krausismo, y la revolución, y los pronunciamientos, y la demagogia, ni siquiera con la Tertulia progresista?».

Sin embargo, la controversia sobre las denostadas escuelas laicas está bien instalada, y pronto la llevan los católicos al terreno clave de la formación del magisterio. En las Conferencias Pedagógicas en la Escuela Normal de Pamplona en julio de 1892 el padre Félix Navarro fija ya toda su disertación en la contraposición de escuelas laicas y católicas. Como se aprueba ese mismo año en el Congreso Católico de Sevilla, lo que hay que hacer es «Combatir sin descanso las escuelas laicas neutras o ateas, e impedir que el Estado las proteja. Conseguir para la Iglesia amplia libertad de enseñanza. Establecer escuelas católicas nocturnas para los obreros. […] Pedir el restablecimiento de la censura teatral para defender la religión, la moral y las buenas costumbres». «Insolente reto del enemigo», a juicio de Chíes, que encuentra una pronta contestación entre los librepensadores:

Ya lo sabéis, pues, amigos libre-pensadores. Donde quiera que os reunáis, sea ciudad, villa o aldea, una docena de buenos mozos republicanos, chapeados de librepensadores, escotad aunque no sea más que un duro por mes, llamad un buen maestro, alquilad una bien ventilada habitación, y plantad una escuela laica. ¿Gastaréis vuestro dinero en cosa más útil y más divertida que en hacer rabiar a los presbíteros, poniéndoles una escuela laica en frente de cada una de sus sacristías?

[…]

Luis Miguel Lázaro Lorente, es profesor de Educación Comparada e Historia de la Educación. Universidad de Valencia

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