viernes, 19 de enero de 2024

¡QUÉ BIEN LLORA UNIDA LA IZQUIERDA EN LOS FUNERALES!



Félix Población

Hace unos días, con motivo del fallecimiento de Anita Sirgo, una luchadora comunista por la democracia desde los tiempos en que su padre peleaba contra la dictadura franquista como guerrillero y que en la huelga minera de 1962 tuvo un especial protagonismo en sustentarla, junto a las mujeres de los obreros, pudimos advertir una vez más lo bien que llora unida la izquierda cuando fallecen personas como ella o el recordado alcalde de Mieres Aníbal Vázquez, hace unos meses. 

Todas las izquierdas se dan cita pública y fraternal en los funerales y se abrazan solidariamente aplaudiendo el ejemplo de la persona fallecida, algo que no suele ocurrir cuando llega la hora de hacer frente común para evitar la posibilidad cada vez más cercana de que una derecha extrema gobierne en España. En estos casos ocurre lo que refleja la última encuesta publicada a propósito de las dos formaciones políticas, presentes en el Parlamento, que representan a la izquierda. 

Ahí tenemos los resultados del virus de desunión histórica que acompaña a la izquierda, incluso cuando más falta hace que no se disuelva en una minoría aquel potencial de más de cinco millones de votos logrado en las elecciones generales de 2015, un año después del nacimiento de Podemos en el Teatro del Barrio de Lavapiés, cuando las 50.000 firmas necesarias para presentarse a las elecciones europeas de lograron en horas.  

No se debería regresar a aquella mínima representación de la izquierda en el Congreso anterior al 15M, pero se corre ese riesgo si es que la izquierda sigue empeñada en unirse solamente para llorar en los funerales. En perspectiva hay unas elecciones europeas que en 2014 permitieron alumbrar un horizonte muy estimulante para el partido nacido ese mismo año. No deberían dejarse morir aquellas expectativas, pero contra aquel proyecto se ha hecho y se sigue haciendo todo lo posible por diluirlo de manera artera, falaz, difamatoria y pertinaz, como nunca se hizo con un partido político. 

A la política española le faltará la calle de aquel movimiento de indignación popular, que se registró aquella primavera de 2011 al grito en las plazas de "¡no nos representan!", si en los venideros comicios europeas no hay las voces y los votos suficientes para seguir manteniendo como divisa que no somos mercancía en manos de políticos y banqueros. Las circunstancias actuales hacen incluso más necesarios que hace una década esas voces y esos votos, sobre todo después de comprobar en la pasada legislatura que se puede gobernar más cerca de la calle.

DdA, XX/5.545

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