Manuel Santana
Teniendo en cuenta la aversión, la depresión aguda, el estreñimiento, y la crisis nauseosa que provocó en mí el traumático visionado de Un Monstruo Viene a Verme, admito que no me ha importado ver La Sociedad de la Nieve; no me ha enervado, ni me ha molestado, y casi diría que hasta la he disfrutado. Película narrada desde la muerte, el filme de Bayona es un relato básicamente bien contado, sólidamente escrito y aún mejor interpretado. Bayona, lejos de ser un director de cine español, es un director español de cine; un artesano que asume cada vez con más eficacia los postulados estéticos del cine de género made in Hollywood.
En la relación que este relato pueda mantener con su tiempo, sin embargo, se mueve más, a mi juicio, lo que de inquietante pueda contener la propuesta; todas las ficciones nacen de su época y, en la presente, el grueso de ellas suelen señalar, o bien al final de un mundo, o a la mejor manera de afrontar dicho final. Si en El Sol del Futuro, Moretti se servía del arte para evocar un mundo posible, en un canto tan arrebatado como optimista por la vida, como bálsamo contra un entorno decadente y en descomposición, La Sociedad de la Nieve parece advertirnos de que en el mundo que ya está aquí, sobrevivir será la única manera de vivir, y devorar al otro, condición imprescindible para ello.
DdA, XX/5.550
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