martes, 2 de enero de 2024

EL ÚLTIMO TRANVÍA DE GIJÓN

 


Félix Población

Comentando la fotografía que ilustra este artículo y que me ha movido a escribirlo, una señora de Gijón dice que conoció los tranvías de aquella villa cuando era niña y que le daba pena verlos circular porque al final de su larga historia apenas transportaban viajeros, quizá por la lentitud de su tránsito en comparación con la velocidad de las nuevas líneas de autobuses. 

Como por entonces debíamos de tener parecida edad, y en mi caso, además,  pertenecía a una familia ferroviaria que me hacía hermanar a los tranvías con los trenes, compartí ese mismo sentimiento, no sólo por el abandono viajero que experimentaron los tranvías al final de sus días, sino por el lamentable aspecto exterior que presentaban, del que la mejor muestra es la que ofrece la fotografía. La decadencia también se hacía notar en los uniformes viejos y gastados de los empleados, tanto de los conductores como de los revisores. Estos últimos llevaban colgada al hombreo una cajita de madera muy pulida y brillante de la que sacaba los tickets, abriéndola y cerrándola cada vez con un sonido seco que venía a ser una llamada de atención al viajero.  

El de la fotografía es un tranvía de la línea que llevaba del centro de la ciudad, en la que por entonces se llamaba Plaza de los Mártires (sólo de los mártires victoriosos, a cuya inauguración asistimos lo escolares de la época) al barrio de El Llano, a su paso por El Humedal. El autor de la instantánea dio con ella noticia del triste final de aquellos tranvías amarillos, en los que, como es el caso, ni un solo viajero aparece tras las ventanillas y sólo la presencia del conductor da idea de que se trata de un desolador vehículo en marcha que circula un día lluvioso de la primavera de 1964 en dirección al mencionado barrio. Al llamado Llano de Arriba me llevó un día mi madre para que una curandera pusiera remedio a una lesión que tuve en el brazo izquierdo, al caer en la acera de la casa de Encarna, tratando de evitar que se me rompiera mi primer y muy barato reloj de pulsera, que dejó de funcionar poco después.

Lo de los tranvías en Gijón en sus últimos años de actividad, como posiblemente ocurriera en otras ciudades del país, fue la crónica de una chirriante muerte anunciada. Puestos a recordarlos, al lado de los nuevos y flamantes autobuses que vinieron a sustituirlos en las diferentes líneas, más de una vez pensé que bien podrían haberse quedado muertos en las viejas vías incrustadas en el asfalto por las que transitaron tantos años.

Nadie entonces podía imaginar que muchos años más tarde los tranvías retornarían a muchas ciudades con un aspecto moderno y renovado, para ser una valiosa alternativa a otros medios de transporte colectivo más contaminantes y a la utilización masiva de los vehículos privados que han hecho en extremo agitada y nada saludable la vida en los ámbitos urbanos. 

No parece que el regreso de los tranvías al callejero urbano vaya a ser el caso de la ciudad asturiana, que de modo tan lastimoso como muestra la fotografía despidió a este popular medio de transporte en la primera mitad de la década de los sesenta. Bien se merecería la memoria de aquella villa una recuperación como la que se dio en otras poblaciones. Además de una medida ecológica, contribuiría a reparar el triste final que hace más de sesenta años tuvieron los tranvías gijoneses, desde cuyas ventanillas mi generación hizo los primeros viajes al mar o a los parques, y por los que siempre les tendré un inolvidable y afectuosos reconocimiento.

Eran además, aquellos sucios y destartalados tranvías amarillos, los hermanos menores de aquellos trenes expreso de la noche que un día me llevaron a descubrir el Museo del Prado cuando no tenía conocimiento alguno del arte, pero quizá sí la suficiente sensibilidad como para que mi primer sueño en Madrid, en la modesta vivienda vallecana de Antonina Rabadán, se llenara de pinturas luminosas con las imágenes que más me habían impresionado en la gran pinacoteca.

     DdA, XX/5.530     

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde argentina comento yo viaje en esos tranvias, vivia en el llano del medio,siento mucha pena y a la vez nostalgia.

Félix Población dijo...

Un saludo cordial para el o la anterior comunicante.

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