lunes, 27 de noviembre de 2023

UN RINCÓN QUE ENUNCIA LA MEMORIA DE LA VIEJA VETUSTA CLARINIANA

 


Félix Población

A la hora de elegir un rincón urbano de Asturias, si centramos la búsqueda en el ámbito geográfico de sus tres ciudades principales, Oviedo, Gijón y Avilés, tengo por preferente este de la vieja Vetusta clariniana, en el centro histórico de Oviedo, muy cerca de la catedral, a una corta distancia del Ayuntamiento y en las proximidades también de la que considero la plaza más seductora de la ciudad: la de la Corrada del Obispo. Como casi resulta obvio anotar, para mí los atractivos de Oviedo están unidos a la obra literaria de Leopoldo García-Alas y Urueña (Clarín) desde que, en la adolescencia, leí alguno de sus relatos, entre ellos, obviamente, Adiós, Cordera. Fue también entonces cuando a esa vinculación literaria uní la sentimental a raíz del que posiblemente fuera mi primer viaje en tren sin compañía familiar, cuando debía de tener 16 o 17 años, y hube de consolar con afable torpeza a una joven algo mayor que yo que se puso a llorar en el departamento del tren correo por un mal de amores. La joven me hizo escribir una tira de versos, una especie de remedo del Canto a Teresa de Espronceda, pues así se llamaba la chica y tal fue mi encantamiento.  La lectura de La Regenta, unos años más tarde en una edición de Alianza de tipografía menuda, acabó por hacer que arraigara en mí una devoción urbana por Oviedo que lamento no sentir por la vecina villa en la que crecí. Gijón carece de la memoria que evoca el cogollo de la vieja Vetusta, tal como se aprecia en la instantánea, donde no falta para darle realce ambiental la humedad de la lluvia. Por lo dicho y más que no viene al caso, disfruto siempre que paseo por sus estrechas calles, evocadoras no sólo de su pasado literario sino de mi propio pasado juvenil. Cuando una ciudad permite esas vivencias a quienes la transitan está dando una entrañable y amable lección de respeto a su pasado y al de las generaciones que la habitaron y de las que los más mayores  guardamos a su vez una memoria de apego afectivo emplazada en algunos de estos escenarios urbanos.

   DdA, XIX/5.506   

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