martes, 7 de noviembre de 2023

"SÓLO NOS QUEDA BAILAR": CONTRA LA TRADICIÓN QUE ASFIXIA A LOS DIFERENTES


Manuel Santana

Sólo nos queda bailar, notable película de Aki Levin, narra las vicisitudes de Merab, joven miembro de la Compañía Nacional de Danza de Georgia, al despertar a una pulsión homosexual cuando el carismático Irakli entra a formar parte de la compañía, en el contexto de una cultura opresora, de naturaleza patriarcal, que persigue, veja y tacha de desviación todo lo contrario a la norma, cuyo máximo exponente es la danza tradicional georgiana. En varias ocasiones el relato enuncia la prohibición de la fragilidad durante la ejecución de la danza, y el ensalzamiento de una virilidad que se interpreta como el sentido último del baile.

En una de las secuencias de Sólo nos queda bailar, Merab se entrega, en un acto que tiene mucho de renuncia a un mundo que prohíbe su felicidad, a descolgar de la pared de su habitación los posters con los que durante años había ido configurando una identidad, lastimado tras una ruptura con un Irakli que no se atreve a asumir los riesgos que conlleva proseguir con el idilio hasta sus últimas consecuencias.

Un gesto aparentemente trivial, sobre el que en realidad descansa todo el sentido del filme, irrumpe; cuando se disponía a descolgar el último poster, Merab se detiene, reflexiona un instante, y decide entonces que esa será la única imagen de la que no se deshaga; se trata de un plano de El viaje de Chihiro, obra maestra de la animación de Hayao Miyazaki.

En una memorable secuencia final, Merab se presenta a una audición trascendental para elegir al primer bailarín de la compañía. Ante un jurado tan atónito como escandalizado, decide pervertir el canon estético de la danza, feminizándolo, estallando en un desfile de gestos sutiles y delicados, atentado antológico de creatividad dirigido a dinamitar los cimientos mismos de una tradición que asfixia a los diferentes.

Como en El viaje de Chihiro, Merab habita en el mundo atávico de las tradiciones, y como en El viaje de Chihiro, transforma ese mundo antes de abandonarlo; si en el clásico de Miyazaki, la joven Chihiro devuelve el orden al mundo mitológico del que no puede escapar al principio del filme, Merab se marcha de Georgia, no sin antes haberse hibridado a sí mismo con uno de los símbolos étnicos fundamentales de la cultura georgiana.

      DdA, XIX/5.492     

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