jueves, 16 de noviembre de 2023

SÁNCHEZ BONAPARTISTA, FEIJÓO ULTRAMONTANO Y LÓPEZ OLVIDADIZO

Puede ser una imagen de 3 personas, el Despacho Oval y texto

David M Rivas

Debate de investidura. "Hay que hacer de la necesidad virtud". Hacía tiempo que no me enfrentaba a un político tan fiel a Maquiavelo como Pedro Sánchez. Siempre lo ví como un superviviente, como un hombre capaz de salir de los peores atolladeros casi como de milagro. Nunca le tuve mucha simpatía pero empiezo a tener por él una cierta admiración. Tiene una capacidad de reacción extraordinaria. Es un bonapartista en toda regla, un caudillo arropado y apoyado por los revolucionarios que pretende impulsar la revolución aunque sea con algunos tintes autoritarios. Es un Napoleón sin caballo. Además se lo pasa de miedo en la tribuna, oscilando entre el chiste y la tragedia. Parece más del noroeste, más céltico, que su oponente Núñez Feijoo. También es verdad que Feijoo es un hombre inconsistente y ultramontano, cosa que no pensábamos los que lo conocíamos poco, cuando estaba tranquilo en su verde galaico. En otro orden de cosas, me llamó la atención que la presidenta Armengol tuviera que pedir decoro a los diputados e incluso recordarles que no se puede grabar vídeos de la sesión. ¿Qúe tenemos ahí, cómo podemos estar representados por gente tan maleducada y pendenciera? Otra cosa que me produce extrañeza es que, pasó con Abascal, se borren de las actas las palabras que la presidenta considere "improcedentes". Dentro de cien años, cuando un historiador quiera analizar esta época, le parecerá que el parlamento de estos años era como un juego floral de personas muy educadas que nunca decían nada "improcedente". Y una cosa más: Patxi López protestó porque Abascal llamó al presidente "golpista". Y lo hizo muy enfáticamente: "el PSOE siempre combatió a las dictaduras y a los dictadores". En fín, debería López volver a leer algo de historia. El PSOE apoyó al general Primo de Rivera y Largo Caballero, el Lenin español, fue miembro de su Consejo de Estado, la UGT fue prácticamente un sindicato oficial y Manuel Llaneza entregó el movimiento obrero del carbón asturiano a la dictadura.

      DdA, XIX/5.499     

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