Diego Medrano
Buena parte de lo que contó anoche Marina Castaño a Risto Mejide por televisión es mentira. En tres ocasiones cené con Jorge y María en un domicilio particular, donde hablaron al natural, sin la menor pompa (la foto corresponde a un par de años antes de su muerte en 2021). Entrevisté en una ocasión a Jorge para el diario asturiano El Comercio. Intenté, en vano, la publicación de sus cuentos completos y narrativa breve. Jorge conoció al detalle todas las realidades personales de su hermano Camilo. Sin Charo Conde jamás hubiese llegado al Premio Nobel: entregada, humilde, aliada, trabajadora. "Charo es mi grito de guerra", dijo el maestro. Todo el amaño de "La cruz de San Andrés", Premio Planeta, fue el negocio de la propia Marina y Mariano Tudela. Camilo llegó a reconocer, abatido, el error fatal de aquella chapuza. Todos somos manipulables, y no se equivocan quienes ven en el odio un negocio rentable, donde el dinero ciega, gobierna, obliga. Me quedo con las palabras limpias de Jorge junto al fuego, y los ojos húmedos y alguna borrasca fugitiva por el rostro herido, apagados los buenos tiempos pasados, negro dolor en el hueco que solo crecía debido a terceros. María, princesa bella de cuento, maravillosa, genial.
DdA, XIX/5.499
No hay comentarios:
Publicar un comentario