Fue oportuna la cita de Patxi López al recordar ayer, al final de su discurso en el Congreso con motivo de la sesión de investidura de Pedro Sánchez (el PSOE sí apoyó dictaduras, la de Primo de Rivera), unos versos del poema Defender la alegría, de Mario Benedetti, al que los gobiernos de su partido dejaron sin el Premio Cervantes que con más merecimientos que otros autores debería haber recibido el escritor y poeta uruguayo. La verdad es que el poema de Benedetti viene bien para muchas circunstancias, incluso para recitarlo a quienes se resisten a leer poesía, como le ocurrió a este Lazarillo con alguna persona. Como Patxi López es un "histórico" en las filas socialistas, no ha tenido que rebuscar demasiado para dar con la cita adecuada para reprocharle al principal partido de la oposición ese alegato histórico de la ruptura de España y el apocalipsis, propio de la derecha española desde hace un siglo. En las elecciones legislativas de 2008, que Rodríguez Zapatero ganó por mayoría, también ZP recurrió al poema de Mario Benedetti. Para tan repetido uso del mismo poema y del mismo autor, mejor tratamiento hubiera merecido el poeta y escritor uruguayo por parte de los sucesivos gobiernos del PSOE que lo ignoraron a la hora de que el Ministerio de Cultura le otorgara el Premio Cervantes. Obvio es decir que, por ser Benedetti quien era, esa distinción no se la iba a otorgar nunca un gobierno del Partido Popular de entonces ni, mucho menos, el de ahora, camino de sus orígenes.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
DdA, XIX/5.500
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