miércoles, 11 de octubre de 2023

UNA EXPOSICIÓN (SIN COMISARIO) DE ANTONIO LÓPEZ EN LA FUNDACIÓN CAIXA CATALUNYA



Rosario Fontova

En la Fundació Caixa Catalunya han organizado una exposición de Antonio López en la Pedrera que no tiene comisario. Es increíble, pero así está el sector cultural, sin comisario ni criterio. Solo figura como asesora la hija de Baltasar Porcel. La exposición no está muy bien hecha y es más bien un aperitivo descuidado de la obra de López. Le falta una articulación cronológica más cuidada, una explicación de contexto (no se puede hablar del artista sin su grupo de realistas de Madrid) y encima no están las obras más canónicas de Antonio López. Por contra hay abundantes piezas en proceso, sin terminar, que seguramente proceden del estudio del artista. Me han impresionado la serie de unas rosas de Ávila frescas y casi podridas, y unos dibujos a lápiz magistrales, de brillantez abrumadora, como para arrodillarse ante ellos. Uno de ellos es el del lavabo de su estudio. Se echa de menos algún óleo de ese lavabo churretoso de óxido tan célebre que quizá provocó la negativa de Maria Corral a exponer al realista Antonio López en el Reina Sofía, hecho que tanta polémica provocó porque hay que recordar que López fue muy menospreciado por el sector de los mandarines culturales que todo lo controlaban en los años 80 y 90.
Hay una serie un tanto reiterativa de desnudos femeninos y masculinos que provocan una curiosa sensación de algo asexuado, sin pasión carnal ni deseo. No están sus mejores vistas de Madrid, pero con lo que hay uno se puede hacer una idea de la perseverancia casi obsesiva con que López atrapa la realidad. Nada hay comparable a esa obsesión, a esa forma de combatir el paso del tiempo que es también el combate contra la muerte.
Vale la pena detenerse a ver el vídeo que cierra la exposición. Hay una escena ridícula en la que una persona de la fundación, no identificada, le sugiere a López tapar con plastilina un hueco en un pequeño busto. Con firmeza, López le dice que no, que está bien así.
López es ya un anciano, piel y huesos, amable y cercano, al que acompañan en su viejo estudio imágenes góticas y del antiguo Egipto. El niño de Tomelloso se convirtió en un sabio, un maestro como los maestros antiguos que admira y reconoce. Cuando puede, pinta a Barcelona desde la plataforma del MNAC. Ojalá viva aún muchos años y pueda terminar ese proyecto.

DdA, XIX/5.468

No hay comentarios:

Publicar un comentario