martes, 10 de octubre de 2023

NAMIBIA, LA BELLEZA DESOLADA (II): LA VIDA EN LAS MIL FORMAS DE LA NADA

 

Entrada al Parque Nacional Skeleton Cast

José Ignacio Fernández del Castro

«¿Por qué África permitió que Europa se llevara millones de almas del continente africano para diseminarlas a los cuatro vientos? ¿Cómo pudo Europa gobernar despóticamente un continente diez veces más extenso que ella? ¿Por qué la necesitada África permite que su riqueza satisfaga las necesidades de los que están más allá de sus fronteras, y luego va detrás de ellos con la mano extendida pidiendo que le presten parte de la riqueza que dejó escapar? ¿Cómo llegamos a esto, a que el mejor gobernante es el que sabe cómo mendigar que lo dejen compartir lo que ya regaló a cambio de herramientas en mal estado? ¿Qué futuro le espera a África?» Ngũgĩ wa Thiong'o (Kamirithu, LimuruKenia5 de enero de 1938​): El brujo del cuervo (-Murogi wa Kagogo, 2004- -2008).

La joven Namibia es un país muy tranquilo para la norma africana… Sin enemigos en la zona, más allá de leves conflictos fronterizos en la convergencia con Botsuana, Namibia, Zambia y Zimbabue, referidos sobre todo a planes de construcción y reservas, en su economía se combina la agricultura y ganadería tradicionales de subsistencia (extensivas en terreno e intensivas en mano de obra, con baja productividad) con modernas producciones (sobre todo mineras, casi todas directa o indirectamente en manos extranjeras) y servicios (sobre todo turísticos, además de un número no desdeñable de profesionales liberales y de la administración pública bien preparadas) de las que depende en gran medida la riqueza del país y el empleo de las doscientas mil personas cualificadas que forman la cúpula de la oferta laboral…  En concreto, las industrias extractivas aportan el 8% al Producto Interior Bruto namibio, pero suponen más de la mitad de las exportaciones: diamantes procedentes de yacimientos aluviales sitúan a Namibia entre los mayores productores de gemas brutas, siendo el cuarto productor mundial de uranio y extrayendo, además, menores cantidades de cobre, estaño, zinc, wolframio, plata y oro. Con respecto al sector primario, con sólo un 1% del terreno cultivable (el país es el más seco del África subsahariana, dependiendo básicamente de fuentes de agua subterráneas), más de la mitad de la población namibia vive de la agricultura y el pastoreo de subsistencia, pero, sin embargo, la mayor parte de los alimentos que se ofrecen en los mercados proceden de Sudáfrica, manteniendo la paridad entre sus monedas, el dólar namibio y el rand (se importan, por ejemplo, más de la mitad de los cereales que se consumen y cada sequía supone un problema alimentario en las zonas rurales). Mientras, la llegada de la pesquería industrial europea, básicamente española, provocó un cierto auge de esta actividad, ahora en relativo declive; así queson  las exportaciones minerales las que hacen que la balanza comercial namibia con Europa o, recientemente, con China sea muy favorable. Pese a ello y con un PIB per cápita que quintuplica al de los países más pobres de África, la mayor parte de la población nativa (mal)vive en contextos rurales con escasísimos ingresos, dando lugar no sólo a una enorme desigualdad económica entre la minoría rica y la mayoría pobre, sino también entre la minoría blanca y la mayoría negra, y entre los ámbitos urbano y rural. Pero esto es otro asunto en el que también habrá ocasión de profundizar… ​

El gran sector en auge en Namibia es el turismo, convertido ya en una fuente de ingresos vital (con más de once mil millones de dólares namibios anuales de aportación, un 14% del PIB). ​Un turismo que, de momento y estando basado en la belleza de los inmensos paisajes de la desolación del país y la variopinta fauna salvaje muy accesible a la vista del viajero, por vivir fuera de zonas de pluviselva o sabana húmeda, es respetuoso con lo que lo atrae. El Consejo de Turismo de Namibia, adscrito al Ministerio de Medio Ambiente y Turismo, es el responsable de la coordinación de los servicios y la promoción exterior… Y, ya en 2010, Lonely Planet («Namibia gets top tourist accolade») consideraba Namibia como el quinto destino mundial con mejor relación calidad-precio; mentras, TravelLemming.com la situaba como el decimotercer destino emergente del año 2020, considerando el Parque Nacional de Etosha, el Cañón del Río Fish, Sossusvlei y el Parque Nacional de Namib-Naukluft como sus principales atractivos para el viajero.


En efecto, las ciudades namibias no son demasiado reseñables: la capital Windhoek apenas ofrece el atractivo de un centro financiero moderno salpicado por algunos restos de edificios religiosos o militares coloniales (la Christuskirche o la vacía Alte Feste con el Memorial del Genocidio a su vera) o político-administrativos postcoloniales (sedes parlamentarias y gubernamentales; la estación ferroviaria de inequívoco aire alemán; o el Museo Memorial de la Independencia, popularmente “la cafetera”, con la enorme estatua del libertador Sam Nujoma, constitución en mano y puño en alto, al frente); Walbis Bay es una típica ciudad portuaria con crecimiento de aluvión (en la que se venera, ante la moderna estación de tren, una pequeña y primigenia locomotora de vapor), donde está la curiosidad de su colonia gallega de pescadores, los interesantes restaurantes con productos del mar a muy buen precio y bellezas naturales muy cercanas; Swakopmund es la gran ciudad testigo del colonialismo alemán donde aún se conservan bastantes edificios que son vestigio de la misma… Pero Namibia es otra cosa, es esa red de casi veinticinco mil kilómetros de carretera de la que apenas la cuarta parte está asfaltada (el resto se reparte entre arena y grava de distintos grosores) para transitar por las mil formas más hermosas que nos ofrece el vacío, casi la nada… Desiertos de piedra que a veces llegan a recordar la desolación volcánica, arenales inmensos con apenas unos rastrojos de precaria vegetación, secarrales con algún árbol heroico y más o menos espinoso que los salpica, montes que van del ocre al pardo en un continuo que parece rodearnos siempre, cañones de todo tipo socavados por aguas que vivieron tiempos mejores… Y, en medio, el grito de la vida en sus variantes más resistentes de la flora y la fauna. Y, lo mejor, si uno se rodea del grupo adecuado para que sus impulsos más curiosos se tornen también en aguante, puede plantearse una “degustación propia”, ajena a todo plan mercantil, eso sí, en un 4x4 con tiendas encima que faciliten el descanso cuando no hay mejor alternativa.


Así uno puede partir de sitios nada publicitados, como el Tsaobis Leopard Park, reserva privada protegida desde 1969, con 2.349 km2 situados al sur de Omaruru y al este de Swakopmund, en las inmediaciones de Karibib… Allí podrá disfrutar del pétreo paisaje accidentado y de la profusión de babuinos[i]… Puede luego visitar los grandes espacios de las más míticas dunas del desierto de Namib: la emblemática arena roja de Sossusvlei, donde podrá contemplar la imagen de la mítica duna 45 o subir, si hay fuerzas, a la Big Daddy, con sus más de trecientos cincuenta metros de altura; las doradas e infinitas dunas de Sandwich Harbour que llegan hasta el mar[ii] al lado mismo de Walvis Bay, salinas y lagos rosados[iii] (por la rodopsina) por medio… Puede encontrar un cómodo alojamiento para remansar ímpetus y expectativas, en medio de su deambular, en Dolphin Beach (justo entre Walvis Bay y Swacopmund) para ver las inmensas colonias de flamencos en la laguna, salir en barco a encontrarse con focas y pelícanos, incluso con algún pingüino y varios delfines… Y puede adentrrse, buscando el Norte, en el Parque Nacional de Skeleton Coast, bajo las nieblas provocadas por la corriente de Benguela y sobre la aridez extrema de su terreno, para disfrutar de la inmensa colonia de focas del Cabo o lobos marinos (Arctocephalus Pusillus) tímidamente amenazadas por algún chacal oportunista en Cape Cross[iv], de algunos restos de barcos hundidos o de viejos yacimientos mineros, como el propio campamento minero,  hoy convertido en solitario alojamiento en Terrace Bay, donde acuden aficionados a la pesca y uno siempre puede hallar refugio antes de llegar al Parque Nacional de Etosha… Y allí, por fin[v], la eclosión animal en ese “gran lugar blanco” por las continuas planicies de sal (más bien carbonatos) que quedan en distintas zonas de su enorme superficie (22.270 km2), entre praderas secas, bosques bajos y charcas (reforzadas artificialmente en la época sin lluvias), donde podremos observar con silente respeto casi ceremonial desde las paradójicamente abusonas cebras[vi] hasta gigantescos rinocerontes negros, pasando por gacelas saltarinas, órices del Cabo, antílopes africanos, kudús, impalas, ñus, cerdos verrugosos, elefantes solitarios o en manada, jirafas, majestuosos leones impasibles y, con suerte, hasta escurridizos chacales de lomo negro, hienas o leopardos, aparte de un sinfín de aves de todos los tamaños y colores (de las pequeñas carraca lila y drongo ahorquillado a las enormes avestruces de cuello largo y las pesadas pero voladoras avutardas, pasando por el azor lagartijero, el búho lechoso, las avefrías armadas y coronadas, el cuervo del Cabo, la gallina de Guinea, el toco piquigualdo o el marabú)… Y, con los ojos llenos de vida, la vuelta a Windhoek para un breve recorrido por sus hitos y mercados previo al retorno a Europa, no sin antes hacer parada en el Parque Nacional Waterberg donde el colonialismo alemán está todavía muy presente en restaurantes y otras edificaciones, mientras colonias de babuinos viven cómodamente en la zona boscosa invadiendo con frecuencia el camping en busca de comida y aprovechando la piscina para beber cuando la lluvia no cae.

Queda, nos queda, mucha Namibia por ver y sentir: el sur con el Cañón del río Fish con el oasis de aguas termales sulfurosas de Ai-Ais[vii] en su extremo, el noroeste con el desértico Parque Nacional de Khaudom… Y mucha arena del Namib. Esperemos que toda esta magnificencia del grito de la vida resistente en medio de la diversidad del paisaje desolado no sea objeto también de la rapiña del mundo rico… Para que su encanto siga inalterado y los beneficios que reporta permitan atisbar algún futuro a quienes sueñan desde la pobreza negra, femenina y rural.



[i] No en vano allí está el Tsaobis Baboon Project en el que mi hija Elisa se inicia como primatóloga.

[ii] Como parte del Parque Nacional de Namib-Naukluft.

[iii] Por la rodopsina.

[iv] El marino portugués Diogo Co, tras haber abierto ruta para su rey Joao II y  colocado su primera cruz en el Cabo de Santa María al Sur de Angola en 1482, y llegaría en 1484 a Cape Cross, donde hoy podemos ver una réplica de aquella cruz original, el Cape Cross Memorial.

[v] Tras la visión lejana por el camino de algunos órix, alguna gacela saltarina, algún cerdo verrugoso, alguna avestruz, incluso alguna jirafa, además de ejemplares de la más resistente y extremadamente longeva planta, la Welwitschia mirabilis.

[vi] Uno puede llegar a ver a una cebra, por ejemplo, perseguir a una asustada familia de cerdos verrugosos que intentaban acercarse a beber en una charca.

[vii] “Aguas ardientes” en lengua khoekhoe.

            DdA, XIX/5.467          

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