lunes, 2 de octubre de 2023

MEDIO PAN Y UN LIBRO: RECADO A PUIGDEMONT Y AFINES

Félix Población

Les confieso que llevo unas cuantas semanas un tanto ajeno a la actualidad política nacional. No soporto que estando como estamos a punto de que se puedan convocar nuevas elecciones, por la poca fructificación que puede tener el diálogo entre quienes aspiran a formar un nuevo gobierno de coalición progresista y los partidos independentistas catalanes, se insista por parte de estos en unos planteamientos que ya fueron fuente de conflicto. Si esa amnistía llega a los máximos responsables de aquel esperpento ocurrido hace ahora seis años, como cabe esperar y desear, deberían guardarse sus beneficiarios y partidos correspondientes de tratar de imponer un referéndum de autodeterminación cuya celebración supondría volver atrás, algo que el nacionalismo españolista está deseando porque sabe que esa es la llave para que las urnas o algo peor lo beneficien. Si la falta de entendimiento para llegar a un nuevo gobierno de coalición progresista cuajase por la tozudez del nacionalismo catalán, no hay que ser un lince para augurar que la repetición de una elecciones le serían favorables a las derechas, posiblemente con los escaños suficientes para que un gobierno de coalición reaccionario aplicase una política territorial nada grata a los intereses de los nacionalismos periféricos. Miremos hacia atrás para respetar y admirar lo que de bueno gestaron nuestros poetas, entre los que estuvo uno de los mayores, asesinado por aquellos que no admitieron la existencia de un país más culto y más libre. Mi gratitud a la editorial KALANDRAKA por haber publicado estos días el discurso de Federico García Lorca con motivo de la inauguración en 1931 de una biblioteca en su pueblo granadino de Fuente Vaqueros. En la edición constan las cuatro lenguas mayores de España en las que este país debería entenderse y crecer en cultura y tolerancia, esas que deberían conducirnos a convivir y no a que los poetas, como en el más negro de nuestros pasados, mueran asesinados, encarcelados o exiliados:


«Nadie se da cuenta al tener un libro en las manos, el esfuerzo, el dolor, la vigilia, la sangre que ha costado. El libro es sin disputa la obra mayor de la humanidad. Muchas veces, un pueblo está dormido como el agua de un estanque en día sin viento. Ni el más leve temblor turba la ternura blanda del agua. Las ranas duermen en el fondo y los pájaros están inmóviles en las ramas que lo circundan. Pero arrojad de pronto una piedra. Veréis una explosión de círculos concéntricos, de ondas redondas que se dilatan atropellándose unas a las otras y se estrellan contra los bordes. Veréis un estremecimiento total del agua, un bullir de ranas en todas direcciones, una inquietud por todas las orillas y hasta los pájaros que dormían en las ramas umbrosas saltan disparados en bandadas por todo el aire azul. Muchas veces un pueblo duerme como el agua de un estanque un día sin viento, y un libro o unos libros pueden estremecerle e inquietarle y enseñarle nuevos horizontes de superación y concordia».
«No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro».
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«Los libros han sido perseguidos por toda clase de Estados y por toda clase de religiones, pero esto no significa nada en comparación con lo que han sido amados. Y pese a quien pese, las bibliotecas inundan el mundo y las vemos hasta en las calles y al aire libre de los jardines de las ciudades».
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«Y un saludo a todos. A los vivos y a los muertos, ya que vivos y muertos componen un país. A los vivos para desearles felicidad y a los muertos para recordarlos cariñosamente porque representan la tradición del pueblo y porque gracias a ellos estamos todos aquí. Que esta biblioteca sirva de paz, inquietud espiritual y alegría en este precioso pueblo donde tengo la honra de haber nacido».
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DdA, XIX/5.460

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