domingo, 1 de octubre de 2023

SÁNCHEZ Y CATALUÑA: EN EL PÓQUER PUEDE GANAR QUIEN MÁS AGUANTA SIN LEVANTARSE A MEAR

Estando de acuerdo con Vicent en lo que hoy publica en el diario El País, creo que es muy injusto, hablando de los políticos más zaheridos antaño y hogaño, que olvide a Pablo Iglesias, acosado durante meses con su familia en su propio domicilio, siendo vicepresidente segundo del gobierno él y ministra de Igualdad su compañera y madre de sus hijos. También fue amenazado de muerte. Es lo que tiene escribir para un medio que tampoco se portó con él y Podemos como correspondería a un periódico digno, aunque su empresa lo contratara para el programa de debate político de mayor audiencia en la radio española. En cuando a los ganadores de partidas de póquer que vencen por aguantar más sentado a la mesa sin ir a mear, totalmente de acuerdo, si bien desconozco los secretos de ese juego. Lo que sí está claro es que nos jugamos mucho con Cataluña. 




Manuel Vicent

Adolfo Suárez fue aquel político a quien los franquistas llamaban traidor, la derecha culta lo tenía por analfabeto, los socialistas lo calificaban de tahúr de Misisipi y los comunistas, salvo Carrillo que intuyó su coraje, lo despreciaban por arribista. Adolfo Suárez es el que hoy da nombre al aeropuerto de Barajas y con él podría compartir Pedro Sánchez, junto con la audacia, la granizada de insultos que recibió durante su mandato. En su tiempo el político más zaherido fue Azaña y después, por este orden, Suárez, Felipe González, Zapatero y Rubalcaba, pero a la hora de acopiar agravios no hay quien bata el récord que ostenta Pedro Sánchez. No es ningún misterio. Sentado a la mesa de póquer, Sánchez ya lleva tres partidas ganadas. La primera la ganó cuando, después de dimitir de secretario general y renunciar a su escaño, recorrió España en busca de los militantes del partido y con el veredicto favorable de la base derrotó a la vieja guardia. La segunda fue el envite por sorpresa con que se jugó el resto a una carta al plantear la moción de censura al Gobierno del Partido Popular con una disyuntiva inapelable, sí o no, frente a la corrupción. La tercera ha sucedido después de la derrota del Partido Socialista en las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Apenas dejó que el Partido Popular gozara de su victoria. En un quiebro inesperado, dio por terminada la legislatura y convocó elecciones generales, que, por cierto, las volvió a ganar como para poder formar gobierno. Ese rasgo de audacia de Pedro Sánchez es similar al peligro con que Suárez gobernaba siempre al borde del abismo. Por talante son los políticos que más se parecen. Ahora comienza su jugada frente a los independentistas catalanes. La buena racha en el juego es un viento que pasa. Hay grandes partidas de póquer que las gana el que aguanta más tiempo sin levantarse de la mesa a mear.

DdA, XIX/5.459

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