Félix Población
Por aquello del negocio del fútbol masculino televisado, ayer coincidió la primera dosis de la jornada de liga de primera división con el partido oficial que disputaba la selección nacional de fútbol femenino en Córdoba frente a la selección de Suiza. Este enfrentamiento correspondía al estreno de la flamante campeona del mundo en su país, después del éxito internacional cosechado en Australia en el correspondiente campeonato.
Habría sido una justa deferencia que la Federación Española de Fútbol pospusiera los partidos celebrados ayer al día de hoy al objeto de centrar la atención en nuestra selección de mujeres, que por lo ganado y sufrido a posteriori con la máxima autoridad de ese organismo, bien se merecían al menos la misma exclusividad que cuando juega la selección masculina, máxima después de haber logrado el mayor trofeo de fútbol internacional.
Pero no, el negocio es el negocio y lo primero es el parné. Mientras La Roja daba una nueva lección de fútbol, juego limpio (ni una sola tarjeta amarilla), acometividad hasta el final del partido, absoluta falta de teatralidad en los éxitos y en los fracasos de cada jugada, pundonor a tope en todas las futbolistas y total falta de egos en el conjunto, emisoras de radio como la SER dejaban en segundo término la goleada de nuestras mujeres, por detrás de los partidos de la jornada de liga masculina.
Manda el dinero y todo el tinglado que se ha montado para organizar ese deporte al objeto de lograr los máximos beneficios entre quienes tienen las riendas. Puede que más pronto que tarde caiga en esas mismas manos el fútbol que practican y exhiben nuestras futbolistas. Estoy convencido, desde luego, que el fútbol femenino irá a más. Para ello me baso en varios motivos: el primero, porque nació a contracorriente y porque las mujeres lo ha luchado. El segundo, porque en muy pocos años han conseguido lo que a los hombres les costó muchos decenios. En tercer lugar, porque ese fútbol tiene lo que el de nuestros idolatrados varones ha ido perdiendo a base de juego sucio, falta de frescura, tanganas, asomos de racismo, rencillas entre forofos, etc.
Pero lo más importante del fútbol femenino en España, al día de hoy, es que con la actitud ética, ciudadana, solidaria y feminista de las jugadoras de La Roja después del deplorable caso Rubiales estas mujeres están haciendo mucho más que jugar muy bien, muy alegre y muy limpiamente a un deporte demasiado ensuciado por aquello que todo lo mancha: lo que en los viejos catecismos se llamaba afán desordenado de riqueza. Me gustaría creer en la posibilidad de una Federación Española de Fútbol organizada por mujeres para gestionar y mantener el fútbol y la actitud ciudadana que ahora mismo nos están mostrando las mujeres de La Roja.
LÉASE@TAMBIÉN: Jugadoras que lucen estrella profesional y tienen también estrella personal (CTXT)
DdA, XIX/5.455
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