viernes, 25 de agosto de 2023

CASTELLANO, ESPAÑOL, IDIOMA NACIONAL: UN LIBRO MUY INTERESANTE DE AMADO ALONSO



Félix Población

De muy joven, creo que en la adolescencia, encontré una obra de Amado Alonso en la librería de viejo de Gijón que solía frecuentar a menudo porque mi precaria dotación económica semanal no me permitía más que muy de vez en cuando adquirir libros de primera mano. Desconocía por completo la personalidad del autor, pero el título era lo suficientemente seductor como para atraer a aquel aprendiz de poeta que ensayaba sus primeros versos. 

Creo que Materia y forma en poesía (ed. Gredos) fue el primero de los libros que subrayé a fondo una vez me puse a leerlo. Eso hizo que me interesara por la personalidad del autor, nacido en Lerín (Navarra) en 1896 y fallecido en Arlington (Massachusetts) en 1952. Su nacionalidad argentina se debe al hecho de que entre 1927 y 1946 residió en Buenos Aires, donde dirigió el Instituto de Filología de aquella universidad, hasta que con la llegada de Perón a la presidencia de la república fue encarcelado, sin que se sepan los motivos, optando a la salida de la prisión por residir en Arlington (Estados Unidos) y dirigir la cátedra de español de la Universidad de Harvard hasta su fallecimiento. 

La obra de Amado Alonso que me he puesto a leer estos días de verano se titula Castellano, español, idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres (ed. Losada, de la que Alonso fue cofundador) analiza las diferentes denominaciones que ha recibido nuestra lengua desde sus orígenes como sistema lingüístico diferenciado del latín hasta nuestros días: romance castellano, lengua castellana, romance de Castiella o de Castilla, castellano, español, idioma nacional. El autor recurre para ello a una nutrida y varia documentación y pone de manifiesto que la elección de estos nombres no se establece a partir de la dicotomía de lo correcto frente a lo incorrecto, como habitualmente se cree, sino que está motivada por una visión interesada del objeto que se designa.

El autor describe en el libro una larga historia de tensiones relacionadas con la manera de entender una lengua en cada periodo temporal en función de las creencias, las valoraciones y las actitudes de una sociedad y un contexto histórico determinados. Como introducción del ensayo, cuya lectura es muy aconsejable porque aún pervive la polémica, escribe el prestigioso filólogo lo que sigue:

"Alguna vez se levanta en los periódicos y en las salas de profesores una tormentilla polémica sobre cuál debe ser el nombre de nuestra lengua. En el presente estudio he tratado de indagar cuáles han sido y son sus nombres y qué contenido espiritual tienen, que fisonomía cultural reflejan y qué dirección de anhelos ha impulsado a los hispano-hablantes a preferir uno u otro. Necesariamente he tenido que presentar estos contenidos valiéndome de citas antiguas y algunas modernas, cuya exégesis he intentado situándolas en la conexión cultural de su momento".

DdA, XIX/5.426

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