domingo, 6 de agosto de 2023

BUEN VIAJE A LA BRAÑA OSCURA, JULIO RAMOS



Jaime Poncela

Un amigo que ya no está hace mucho tiempo, me prestó hace casi 40 años ‘Esparabanes’, el disco magistral de Julio Ramos que machaqué durante años y meses y con el que aprendí a tocar un poco la guitarra. Eran los años 80 y uno quería ser artista aunque fuera en el salón parroquial o en los campamentos de verano. Saqué de oído los acordes de las canciones de esa joya discográfica hoy casi perdida, y así, gracias a un tipo al que yo no conocía de nada llamado Julio Ramos, aprendí a tocar un poco la guitarra. Más tarde, durante muchos veranos, fui a los conciertos de Julio en el Entoldado, en la plata de toros, en el Café Concierto… y disfrutaba con cada una de aquellas canciones que yo sabía tocar “un poco”.

Muchos años después, lo que son las cosas, Julio Ramos cenó en mi casa porque con el paso de la vida llegamos a tener amigos comunes. Claro que tocamos la guitarra y en esa noche me vi sometido al gozo y la vergüenza de cantar las canciones de ‘Esparabanes’ delante de su autor. No puso mala cara ante mis versiones de amateur, y me enseñó a tocar alguna de las que peor se me daban. Todo un señor. Después fueron pasando los años, disfrutamos de largas sobremesas cantadas con los amigos de entonces y, poco a poco, como impone la vida, nos vimos cada vez menos, nos saludábamos por la calle, nos leíamos en las redes sociales y poco más. Porque la vida diluye todo, lo bueno y lo malo, es un atraco a mano armada que, de pronto, te espera a la vuelta de un camino para dejarte cada vez más solo, descerrajándote un tiro certero en la barriga, robándote a la gente que alguna vez caminó contigo y que eran coprotagonistas de una historias y recuerdos comunes que no volverán.


Me dicen de sopetón que Julio ha muerto de esa marranada llamada ictus, sin hacer esparabanes, seguro que fiel a su filosofía estoica y coñona de que hay que vivir lo que se pueda, y seguro que poco después de haber cantado entre dientes alguna copla con aquella voz cascada pero tan potente con la que era capaz de matizar desde una vaqueirada hasta un tango arrabalero. Pisaremos las calles nuevamente pero ya sin posibilidad de cruzarnos con Julio Ramos. Y ahora que cada vez tengo menos amigos y apenas toco la guitarra, la muerte de Julio me habla de lo lejos que están ya muchas cosas, muchas noches cantadas y bebidas, mi propia vida y la de otros muchos.

Con Julio de cuerpo ausente y recuerdo presente, me viene a la cabeza sin parar la letra de una de sus canciones: “Los vaqueiros vanse, vanse; vanse pa la braña escura; escosóse la parola y el cortexar a la lluna”. Ojalá esa braña oscura te sea propicia y ojalá tengas buen viaje, Juli0.

    DdA, XIX/5.412     

No hay comentarios:

Publicar un comentario