Lazarillo
Lo que Paco Catalán ilustra en la viñeta que ocasiona este comentario, creo que ha ocurrido o estuvo a punto de ocurrir en algunas ciudades españolas en las que sus respectivos gobiernos municipales decidieron la eliminación de la tauromaquia como espectáculo. Las plazas de toros ofrecen por su arquitectura unas posibilidades inmejorables para ser destinadas a actividades de tipo cultural. En la ciudad de Gijón, si mal no recuerdo, se llegó a pensar en ese nuevo destino para El Bibio a partir de la fecha en la que el Ayuntamiento puso punto final a los llamados festejos taurinos que se celebraban en el mes de agosto. Fue en el coso gijonés donde este Lazarillo vio por primera y única vez, siendo niño, aquel infausto espectáculo del Bombero Torero, definitivamente erradicado del calendario festivo nacional por una de las leyes aprobadas por el actual Gobierno en abril de este mismo año, por la que se prohíbe hacer mofa pública de la discapacidad o de los discapacitados, tal como ocurría con los integrantes de este espectáculo supuestamente cómico con el que durante décadas se divertía cierto público de este país. Es de esperar que puestos a derogar leyes, tal como presenta su agenda el Partido Popular para hacerse más afín a su extrema derecha, la España que viene no se parezca a la que se daba cita en los cosos taurinos para mantener hasta nuestros días algo tan denigrante y vergonzoso como el llamado Bombero Torero, cuya vigencia entre nosotros asombra por su ignominia. En todo caso, Gijón vuelve al espectáculo de la tortura y muerte pública de los toros durante sus fiestas locales porque así lo quiso una parte de su electorado. Lo de Paco Catalán con su viñeta es para otro tipo de ciudadanía: la que se cultiva en la inteligencia y la sensibilidad, no en TPA.
DdA, XIX/5.377
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