lunes, 8 de mayo de 2023

LO DE VILLENA CON BRINES ES UNA CANALLADA


Valentín Martín

Ahora mismo me viene muy mal morirme. Se lo digo a quien se encargue de ir apagando luces según quien mande en este raro oficio de vivir que no entendió ni Carmiña, la de la Plaza de los Bandos: ella no iba a la escuela con nosotros ni con nadie y sabía más que ninguno. Brines estuvo veinte años avisando de su muerte mientras disfrutaba más que nadie de la vida. Onetti ensayando su horizontalidad en pijama fue algo raro que le duró más que un amor crónico e imposible. Yo mismo, cuando era joven, vigorosamente enclenque, impertérrito, de hocico caliente y exento de cupo por nostalgias, dije que quería ser el mejor amante, escribir los versos más hermosos, y ser el muerto más guapo. Pero se le pasó el turno al farolero y enseguida me nacieron azudes. Tuve varios camareros en nómina y no podía restarles lo que les debía en el reparto. Ahora los médicos y enfermeras ocupan el lugar de los camareros nocturnos, no debo dejar a sus niños sin colegio, lo de Carmiña sale carísimo. Morirse de viejo es muy difícil, nunca tienes tiempo para eso, y siempre hay penínsulas que te lo impiden. Y también está la pereza que avisó mi amigo Manuel por soleares. Por todo esto y muchas cosas más vamos a dejar el asunto para más tarde.


*La vida privada de un escritor, su intimidad, por supuesto su sexualidad, nada tiene que ver con su obra. Y justamente de eso Villena ha hecho un alarde con Brines muerto cuando Brines vivo se bastó para mostrarse tal y como y cuando quiso. Hay biografías que sobran porque desfiguran. Y maltratan la labor literaria de una vida larga dedicada a los libros.

DdA, XIX/5.345

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