miércoles, 3 de mayo de 2023

LA CENA MÁS RICA DE TODA LA HISTORIA DEL ABUELO


Valentín Martín

Languidece la tarde cuando la niña se ha acercado al sofá donde el viejo remueve cavilaciones y apacienta dudas.
- Confírmame tu color preferido, abuelo.
- Lo sabes de sobra.
- Sí, pero tú confírmamelo, que es muy importante.
-El rojo.
- Vale, el rojo.
Y la niña de los días zarcos, la palpitación de un preludio, la que puso a andar a los números por un libro como el pan y los héroes, la que baila el estupor como una costumbre, la del lapicero en la mano y la paz en las brevas sale del salón.
Mi niña.
- Abuelo, ven, que ya tienes la cena.
El viejo vuelve sobre sí mismo. Se levanta y va a la cocina desde donde la niña llama. Sobre la mesa una cena que ella ha preparado girando una y otra vez el cucharón de madera. Al viejo le llega un viento antiguo, de cuando muchos años atrás él avisaba a la madre para anunciar que volvía de un viaje largo. Se alegraba la madre con esa fugacidad del hijo. Y se pasaba la mañana girando el cucharón de madera una y otra vez para que la comida del hijo estuviera muy rica.
Aquella viejita.
El abuelo se sienta a la mesa con la niña de pie, al lado. A él le parece que la niña en ese momento es un enigma. O que trama algo y no se imagina qué.
Y entonces la ve. Junto a la cena hay una tarjeta roja con una leyenda. Lee, mira a la niña, sonríen los dos.
Y él se pone a cenar la cena más rica de toda su historia.

DdA, XIX/5.342


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