viernes, 31 de marzo de 2023

QUEMAN ASTURIAS: EL PARAÍSO NATURAL SE PUEDE IR A LA MIERDA


Héctor Gómez Navarro

Hace años estaba en un debate en Laviana. Me enfrentaba a una diputada de ese-partido-del-que-usted-me-habla, a la que discretamente llamaremos diputada Valerno (porque valer, no valía para nada salvo para diputada, que ya es p+tada). La señora Valerno decía ser ganadera y por supuesto, estaba a favor de matar a todos los lobos y de “limpiar” el monte para conseguir pastos haciendo quemas. La señora Valerno dejó de ser ganadera porque los lobos le mataron a sus ovejas, que había dejado abandonadas en una finca, sin alambrada, sin perros pastores ni más protección que las indemnizaciones por ataques del lobo, que cobró generosamente.

Yo me crié en una familia ganadera de verdad, y bien sé que la gente como la diputada Valerno ni son ganaderos ni son nada. Los ganaderos que yo conocí eran gente que manejaba su ganado con vara de avellano en la mano y mastín al costado. Gente que mantenía sus pastos con una guadaña y una piedra de afilar humedeciéndose en la colodra. Gente que manejaba su oficio igual que se ha hecho en nuestra tierra los últimos tres mil años, y que podrían seguir tres mil más manteniendo el equilibrio de la vida.

Los otros, los ganaderos Valerno, manejan su oficio con una escopeta en una mano y una lata de gasolina en la otra. Con gentuza como ellos, a la ganadería le quedan veinte años de historia. Ahora que los incendios devoran Asturias nos preguntamos de dónde sale esta desgracia. Sale de esa gente que piensa que el monte solo tiene alimañas y maleza, y no entiende el delicado balance de las especies. Gente que ante las dificultades no tira de trabajo y reflexión, sino que busca soluciones a tiros y hogueras. Gente que no vale para ganadera, que solo siembra muerte y no hace más que di-putadas.

(La foto de mi valle es de mi padre Rafael Gómez Campa).

DdA, XIX/5.413

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