Acabo de ver un vídeo en el que Yolanda Díaz elogiaba como líder político a quien le precedió en el cargo que ocupa como vicepresidenta segunda del Gobierno, Pablo Iglesias. Lo hace en gallego, que es su lengua madre. Por eso parece que Díaz se manifiesta con sinceridad y convicción. Recomiendo a quienes tengan interés que lo escuchen. A muy pocos días de la presentación de la candidatura de Yolanda Díaz con Sumar y sus sumandos, no pierdo la esperanza de que el desastre no se produzca y haya acuerdo para unas primarias abiertas en las que la izquierda sume con la izquierda que hizo posible lo que Unidas Podemos ha logrado gobernando, gracias a quien lideró al partido morado hasta llevarlo al consejo de ministros: "Hoy me escribía un periodista en Telegram -dice Iglesias en este artículo- y me decía: “Primarias sí, pero luego, como le vengan bien a Errejón”. Quizá exageraba y se pasaba de mala leche, pero intuía algo que es la pura verdad. Hay quien pretende humillar a una fuerza política que, más allá de que se lo merezca o no, jamás se ha dejado humillar y no lo va a hacer ahora. No es que Podemos se merezca que su peso en el espacio no se decida en despachos como en Andalucía; es que no es posible lo contrario". No le falta razón, pero lo cierto, ahora, es que este Lazarillo se teme de que la izquierda está perdiendo votos por el mero hecho de no haber puesto de acuerdo ya y estar el personal muy harto de que las sumas sean restas.
Pablo Iglesias
Decir la verdad tiene siempre algo de subversivo en política, también en el
ámbito de la izquierda ¿Por qué ocurre esto? Básicamente porque los discursos y
las intervenciones políticas están concebidas para agradar, para seducir, para
emocionar, para simplificar. Y la verdad no siempre es compatible con todo eso.
Pero la verdad tiene siempre algo de subversivo porque tiende a desnudar
los ropajes que tapan las vergüenzas del poder. Por eso la influencia del
marxismo y del psicoanálisis es equivalente a la mala prensa que siempre
tuvieron. No es fácil admitir lo que dice el marxismo de la naturaleza del
capitalismo ni lo que dice el psicoanálisis de las oscuridades del ser humano.
No se me escandalicen los behavioristas sociales ni los conductistas; no
pretendo reivindicar que Marx sea el Darwin de la historia ni Lacan el sueño de
la libertad del Marat-Sade de Peter Weiss. Solo digo que la verdad a veces
molesta mucho, y está bien que así sea.
¿De qué va todo esto de Podemos, de Sumar y de las primarias? Va del poder,
como casi todo en política. Y eso no es malo; la lucha por el poder es la base
de los avances de la humanidad. El empoderamiento político de las mujeres les
permitió ganar libertades, el empoderamiento violento de los colonizados les
permitió fundar naciones soberanas, el empoderamiento político de la clase
obrera permitió el nacimiento del derecho del trabajo. Un político que diga que
no le interesa el poder es un mentiroso o un idiota, en el sentido griego del
término (alguien ajeno a la polis).
En el espacio político de la izquierda se dirime hoy una lucha interna por
el poder en ese espacio, en un contexto en el que la hegemonía de Podemos,
incuestionable durante muchos años, está hoy en cuestión. Otras fuerzas
hermanas de Podemos han visto el momento de que cambie esa hegemonía. Y es
absolutamente legítimo.
Es obvio y legítimo que el proyecto de Yolanda Diaz se parece más al de Más
País que al de Podemos; es obvio y legítimo que ambas fuerzas tienen aliados
mediáticos diferentes; son obvias las diferencias de estilo. Pero también es
obvio que las dos fuerzas deben entenderse y caminar juntas para tener más
posibilidades de cumplir sus objetivos políticos y programáticos.
Recuerdo una clase de Ciencia Política en la que Ramon Cotarelo, para
responder a la pregunta sobre el sentido de la política, nos dijo: la política
sirve para que no se mate la gente… Y tenía razón.
Quizá el tiempo de la hegemonía de Podemos en la izquierda haya terminado,
pero la política, al menos en la izquierda, debe ofrecer reglas sensatas para dirimir
las correlaciones de fuerzas. Hoy me escribía un periodista en Telegram y me
decía: “Primarias sí, pero luego, como le vengan bien a Errejón”. Quizá
exageraba y se pasaba de mala leche, pero intuía algo que es la pura verdad.
Hay quien pretende humillar a una fuerza política que, más allá de que se lo
merezca o no, jamás se ha dejado humillar y no lo va a hacer ahora. No es que
Podemos se merezca que su peso en el espacio no se decida en despachos como en
Andalucía; es que no es posible lo contrario.
Digamos la verdad; es muy difícil que Podemos gane unas primarias abiertas
a la ciudadanía como las que está ofreciendo a Sumar, con todos los medios
progresistas de comunicación en contra, pero si Podemos es el gran derrotado de
esas primarias y le toca ocupar un papel modesto en el nuevo espacio de la
izquierda, Podemos habrá sido derrotado en justa lid política y jugará el papel
que le corresponda.
Por contra, quien quiera imponer esa derrota solo mediante los aparatos
mediáticos dominantes y la presión acabará destruyendo todo el espacio. La
legitimidad democrática, en la izquierda, es más importante de lo que algunos
piensan. Las buenas palabras, las sonrisas, las ambigüedades y las posiciones
egipcias pueden ser una táctica útil y legítima para ganar apoyos, pero no
deben nunca sustraerse a la legitimidad democrática y a las reglas pactadas.
Ojalá los compañeros que aspiran a la hegemonía sepan que, aún más
importante que saber perder, es saber ganar con legitimidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario