jueves, 9 de febrero de 2023

MI PADRE, JULIO CÉSAR ÁLVAREZ, FUE DE LOS QUE EDIFICARON LA MURALLA CHINA

 


Paco Álvarez

La bibliotecaria de Les Regueres, Esther Martinez Alvarez, encontró esta ficha y me la envió. «Creo que es de tu padre», me comentó Esther. Lo es, le contesté con la emoción humedeciéndome los ojos: nunca antes había visto esta ficha ni esta foto de mi padre con esa mirada noble y hermosa que siempre tuvo y mantuvo ante la vida.
El hombre de la ficha, oriundo de Cueru (un pueblo de Candamu estigmatizado por su raigambre izquierdista en aquella España franquista), estaba a punto de partir en barco desde Vigo hacia Brasil para ganarse el pan, como hicieron millones de personas en la España moldeada al antojo de los vencedores. Julio César era albañil y azulejista, aunque suena poético el oficio genérico de «pedreiro» que le atribuyeron en el consulado.
Un día, cuando yo era niño, estábamos viendo en casa el Telediario y exclamó: «¡Ahí azulejé yo!». No entendí la euforia que sintió en aquel momento mi padre, pero se quedó grabada en mi mente la imagen de la Praça dos Três Poderes que aparecía en la imagen. Tiempo después me contó que aquella ciudad, Brasilia, había sido construida en medio de la nada con el trabajo de miles de obreros brasileños, portugueses, italianos, griegos, españoles… Y que a algunos de los que habían muerto durante la construcción los habían enterrado en los cimientos de los edificios, y que un amigo suyo había muerto de tétanos por una herida en la obra que no tuvo ningún seguimiento médico… Solo faltaría que aquellos obreros de la Sudamérica pobre y de la Europa pobre que levantaron la suntuosa capital de Brasil o que los obreros africanos o asiáticos que medio siglo después construyeron los suntuosos estadios del Mundial de fútbol de Qatar tuvieran derecho a atención médica y a todas esas cosas.
Mi padre, y tantos como él, fueron los albañiles que edificaron la Muralla China de la que habla Bertolt Brecht en su poema 'Preguntas de un obrero que lee'. Forman parte de la memoria de la emigración de la que habla desde las dos orillas del Atlántico mi amiga Paquita Coalla, y de la memoria 'working class' de la que habla desde la orilla del Meditérraneo mi compañero Alberto Prunetti cuando dice e insiste en que las hijas e hijos de la clase obrera tenemos que contar nuestra historia para evitar que otros la cuenten sesgadamente.

DdA, XIX/5.370

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