miércoles, 8 de febrero de 2023

LA TUMBA DEL NADADOR: UNA NOVELA DE UN ESCRITOR PARA ESCRITORES

Valentín Martín

Cuando yo llegué a Madrid en el siglo pasado, nada más tomar posesión de la cama de una viuda que acababa de cumplir 35 años, me enteré de que a un torerillo le habían dado una cornada igual que la que mató a Manolete en Linares. Fui corriendo para estar al lado del moribundo, en el sanatorio situado en una calle con el nombre de un primo de José Antonio Primo de Rivera, el mismo que le dio la paliza a Miguel de Molina.
El torerillo estaba solo. Asi que aproveché la ocasión.
- Acuérdate de la Virgen porque te vas a morir. Pero antes dime cómo es la muerte cuando se tienen 20 años.
Yo no había cumplido 22, así que la pregunta era pertinente, que diría esa intelectual que preside el gobierno donde resido antes de volver a la república de Siena.
El torerillo ni me contestó ni se murió. Más tarde se hizo banderillero como Manuel Machado y luego cayó en el olvido. Hoy solo yo me acuerdo de él. Creo que cuando yo le menté la muerte, el torerillo salió por pies de allí, no fuera a aparecer el matón Sancho, porque aunque le cuidaban monjas él no era Carlitos Miranda sino Lorenzo.
Hay obsesiones que pervierten la curiosidad. Y libre de obsesiones está la novela de Juan Pardo Vidal "La hija del soldado desconocido", plagadita de curiosidades que te nacen con las primeras líneas. ¿Cómo es la muerte en el Cabo de Gata? te preguntas en cuanto te adentras en un vigor narrativo tan natural como joven.
Y con una prosa muy limpia, con algunos efectos secundarios irónicos, Juan Pardo Vidal nos va traducciendo el amor, el dolor, la traición, el coche del pueblo alemán, los ocho platos de la cena del padre de Jürgen, el mal ojo de la madre seducida por un gordo que pide de postre un huevo frito, varios hombres postizos en la vida de una mujer hippy y un niño. Cosas que pasan mientras pasan los años y te dejan una dura evidencia: esas cenizas que son un kilo de madre representan más madre de la que tuviste en toda tu vida. O quizás no, si te paras en el monólogo del hijo frente a la madre muerta, o en su viaje juntos buscando un destino donde ella quizás fue feliz.
En torno a Jota y su tumor los personajes y sus vidas sencillas se suceden y confluyen, nada extraño pero todo sugerente, como el olor a anciano o la sospecha de un cerezo, hacer el amor en el sofá de un viudo mientras el viudo está en casa.
Si al andar se hace camino, paso a paso por el Sur, dos vidas - una con ojos agudos y otra dormida- transitan hasta un cementerio alemán donde todo termina. Un final espléndido que delata mucho talento porque lo más difícil es saber acabar un amor, una huelga, o una novela.
Definitivamente, la novela es de este mundo. Un mundo en el que el lector se siente muy a gusto.
Antes de seguir leyendo a Juan Pardo Vidal en la segunda novela " La tumba del nadador" repito lo que ya se sabe: amo a la literatura pero soy escaso con la vida literaria. Algo parecido le sucedió al escritor Josep María Espinás cuando aprobó las oposiciones a funcionario y fue rechazado por indiferente al régimen. También las mujeres de su vida decían que don Benito Pérez Galdós era escaso en la cama, pero esa es otra historia. A mí un escritor como Pardo Vidal que asegura la sobrevaloración de las mariposas porque son solamente orugas que han perdido la modestia, ya me mueve y me conmueve.
En "La tumba del nadador" Juan Pardo Vidal estruja más las posibilidades de una lujosa socarronería en el lenguaje y le endominga como hacían antes con nosotros las madres. En ese universo que empieza festivo aparecen reflexiones como quien se olvida de limpiar la mesa y quedan miguitas. Pongamos que una de estas es la felicidad y su misterio. Otra es la muerte y su asedio, esta vez en el nombre del padre. Y el rechazo que provoca la decrepitud.
Entre un hotel y un hospital hay un viaje en el que Juan Pardo Vidal nos deja aquí una novela corta con los colmillos muy largos. Cada página compite con las otras en desbrozar esterilidades y alumbrar certezas. Construye así un monólogo-crónica donde zarandea el árbol de las vanidades y desmitifica a tantas sardinas corriendo por el monte. Esta es la novela de un escritor para escritores,
Y latiendo entre las dos novelas está un amor por Almería.

DdA, XIX/5.369

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