José Ignacio Fernández del Castro
«Obreros
de Gijón, hermanos míos… Os habla una obrera como vosotros, que
jamás hizo alarde de blasonado apellido sino para colocarlo entre los
más humildes… Como a vosotros, el cansancio del trabajo ha bendecido mil
veces mi tranquilo sueño…» [Fragmento del discurso de Rosario de Acuña
leído el 15 de septiembre de 1888, impreso por el Ateneo Obrero de Gijón]
«Obreros de
Gijón, hermanos míos… Os habla una obrera como vosotros, que
jamás hizo alarde de blasonado apellido sino para colocarlo entre los
más humildes… Como a vosotros, el cansancio del trabajo ha bendecido mil
veces mi tranquilo sueño…» [Fragmento del discurso de
Rosario de Acuña leído el 15 de septiembre de 1888, impreso por el Ateneo
Obrero de Gijón]
Moría Rosario de Acuña y Villanueva, la escritora, pensadora
y periodista, nacida en la madrileña calle de Fomento el 1 de noviembre de 1850[1],
en su residencia gijonesa, frente al Cantábrico, pronto hará cien años, el 5 de
mayo de 1923… Y no es aniversario baladí, por su manifiesta condición
de adelantada del racionalismo, la lucha por la igualdad de mujeres y
hombres, y la reivindicación de los derechos de lo que hoy llamaríamos
eufemísticamente “colectivos vulnerables”.
El primer aspecto la llevaría a una
posición explícitamente anticlerical que le costaría más de un disgusto. En el
segundo, anticiparía incluso una satírica mofa de la virilidad de aquellos
estudiantes que en 1911, como ahora, se dedicaban a vejar a las universitarias
madrileñas, lo que le valió un par de años de exilio en la recién estrenada
República Portuguesa.. Y no es en vano, por tanto, que la Escuela Feminista
anual del Instituto Asturiano de la Mujer lleve su nombre. Y en el
tercero siempre se puso al lado del proletariado pese a la raigambre
aristocrática de su familia... Y es que era, ni más ni menos, la bisnieta del
IX Señor de la Torre de Valenzuela y de la Casa Solar de Largacha; aunque, por
la parte rebelde, también tenía entre sus antepasados al obispo comunero Acuña.
En definitiva, todo ello contribuiría a que, ya en vida, fuera
considerada una de las librepensadoras más audazmente vanguardistas
de nuestra historia.
Rosario de Acuña, en su irreductible
integridad intelectual, utilizaba con incitante audacia su poligráfica pluma
(desde el artículo periodístico al teatro, desde el texto didáctico a la
poesía, pasando por el ensayo breve) para proponer otros mundo posibles[2] en
medio de polémicas constantes con los sectores más reaccionarios de la España
de su tiempo (que la forzarían a ir retirándose la urbe madrileña para
retirarse primero a Pinto, luego a Cueto en Cantabria y, finalmente, desde
1909, con su casa ya construida en 1911, a Gijón, con autoexilio “prudencial”
incluido).
El caso es que, en aquellos primeros
días del mayo de 1923, tras su muerte por una embolia cerebral, el pueblo de
Gijón supo manifestar multitudinariamente, tal como recogían los diarios de la
época, el respeto y el dolor ante su desaparición y la admiración por su
legado. Hora oportuna, pues, es este año para que el Ateneo Obrero gijonés, que
tanto ayudara a aquella masona[3] recién
llegada a encontrar el lugar más adecuado a sus propósitos vitales sobre el
acantilado local y llevase a cabo[4] el
deseo expresado pocos días antes de su muerte de ver representada su polémico
drama El padre Juan (1891) en la ciudad, auspicie, con
cuantas entidades y personas se sientan movidas a ello, unas jornadas de
homenaje que incluyan reflexiones sobre la actualidad de su legado (en las que
debieran participar sus más destacados biógrafos, como Marta Fernández Morales,
Macrino Fernández Riera, María del Carmen Simón Palmer o Aquilino González
Neira, junto a representantes del Instituto de Educación Secundaria y de la
Logia que llevan su nombre), la proyección del documental Descubriendo
a Rosario de Acuña (2015) de Luís Felipe Capellín Corrada, y, a
ser posible, una nueva representación (o, al menos, una lectura dramatizada)
de El Padre Juan. A su insobornable apuesta por la igualdad
probablemente le hubiera parecido excesivo, pero a quienes humildemente seguimos
su estela nos vendría muy bien…
[1] Aunque
antes se consideraba que pudiera haber nacido en Pinto (Madrid) en 1951.
[2]
Incluyendo cosas tan curiosas como premiados estudios sobre la avicultura, que
ella misma practicaba, como clave para el progreso de las mujeres rurales.
[3] El 15 de
febrero de 1886 había ingresado, con el nombre simbólico de Hipatia, en la
Logia Constante Alona de Alicante; en 188 se vinculó también a la Logia Hijas
del Progreso de Madird; y en 1909 a la Logia Jovellanos en Gijón. El 1 de mayo de 2004 se
establecía en Gijón la "ogia Rosario de Acuña, en su honor y dependiente
de la Orden del Gran Oriente de Francia.
[4] En el
Teatro Robledo y por la propis Sección Artística del AteneoCasino Obrero gijonés.
DdA, XIX/5.368
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