martes, 7 de febrero de 2023

LUCIANO ALLENDE, COMO UN VIGÍA QUE ABRAZA LA LUZ FRENTE A LAS TINIEBLAS

 


Lazarillo

Con la habitual amabilidad y diligencia con la que Anxo Pires comprende e interpreta la afición de este Lazarillo por la lengua de Luis Vaz de Camoens, la que  mejor me suena como herramienta expresiva del verso, mi estimado amigo me ha regalado en portugués el pequeño poema que hace unas semanas escribí es castellano en memoria de Luciano Allende, el republicano español preso en los campos de exterminio nazis que aparece en la fotografía llevando a hombros a un compañero enfermo. En todos los colegios e institutos de este país, que vivió durante casi cuarenta años una dictadura forjada después de una guerra atroz de tres años  -en la que los vencedores contaron con la ayuda de aquel régimen de terror y del fascismo italiano-, debería estar expuesta la imagen del español que más dignamente representó a la segunda República. Es mucho más preferible que la de cualquier Jefe de Estado. Allende cultivó el jardín de la solidaridad en un campo donde se exterminaba a los seres humanos: Resta Luciano Allende para sempre,/ olhando para nós como um vigia de um futuro/ que abraça a luz em face da escuridão.  

Nós sabemos o nome dele e também sabemos/ que deixou a imagem de sua vida em uma única imagem/ capturada nos campos sem alvorecer da morte,/ quando as botas da força acabaram com as vozes do pensamento/ e os livros nas praças estalavam de sangue.

 Chamava-se Luciano Allende, nasceu à beira-mar e foi vidraceiro e apicultor,/ daqueles que vivem e morrem nos jardins da solidariedade,/ cultivada mesmo quando os homens estão encerrados no inferno,/ para que diante de qualquer possível e infeliz renascimento daquele imenso horror/ saibamos que também aí somos capazes de acender o fogo da humanidade/ que nos agracia com o melhor de nós mesmos. 

Resta Luciano Allende para sempre,/ olhando para nós como um vigia de um futuro/ que abraça a luz em face da escuridão.

Sabemos su nombre y  también sabemos/ que dejó la imagen de su vida en una sola imagen/captada en los campos sin alba de la muerte,/ cuando las botas de la fuerza acabaron con las voces del pensamiento/ y crepitaron de sangre los libros en las plazas. 

Se llamaba Luciano Allende, nació junto al mar y fue vidriero y apicultor,/ de los que viven y mueren en los jardines de la solidaridad,/ cultivados hasta cuando se encierra a los hombres en el infierno,/ para que frente a cualquier posible e infausto renacimiento de aquel inmenso horror/ sepamos que también allí somos capaces de encender la lumbre de la humanidad/ que nos congracia con lo mejor de nosotros mismos. 

Ahí queda Luciano Allende para siempre,/ mirándonos como un vigía de un porvenir/ que abraza la luz frente a las tinieblas.

DdA, XIX/5.368

No hay comentarios:

Publicar un comentario