sábado, 14 de enero de 2023

TESTIMONIOS DE LA LACRA HISTÓRICA DEL TRABAJO INFANTIL EN UNA EXPOSICIÓN NECESARIA

DEL BLOG DE JUAN GIRÓN ROGER

"El credo de un niño: Creo en ser feliz, creo en estar ocupado, creo en ser un muchacho. En el futuro seré un hombre. ¡Danos una oportunidad! Mañana seremos ciudadanos"
El recorrido por la nueva exposición que nos propone el Museo Nacional Centro Reina Sofía de Madrid no deja a nadie impasible. Al adentrarse por su salas se contemplan fotografías, algunas en daguerrotipo, que nos muestran imágenes con impacto, desde las barricadas en las calles de la capital francesa y las víctimas de la Comuna de París recién colocadas en sus ataúdes de madera barata, así como galerías con perfiles de individuos que se consideraba que tenían rasgos criminales, prensa de la época que mostraba lo poco entusiastas que eran los condenados a muerte a la hora de ponerse frente la cámara de fotos y cómo los convencían los funcionarios de prisiones, grupos de caníbales australianos inmortalizados por un fotógrafo alemán, el trabajo de los obreros de la factoría metalúrgica de Krupp en la ciudad de Essen (Alemania), la miseria de los sin techo londinenses, o una galería de "tipos españoles" que el fotografo francés J. Laurent vendía como curiosidad o recuerdo singular al estilo de estampas pintorescas.

Todo esto y más se puede visitar en la exposición "Genealogías documentales ( fotografía 1848-1917)". Me voy a centrar en lo primero que nos salta a la vista según entramos en la primera sala. Una denuncia del trabajo infantil que era habitual a principios del pasado siglo en los EEUU, donde los niños menores de 14 años trabajaban un mínimo de 10 horas diarias (en fábricas donde perdían dedos por accidentes mecánicos, recorrían por las noches barrios de mala nota para llevar ejemplares de periódico recién salido de la rotativa, en canteras y minas donde respiraban, por ejemplo, polvo de mica que achicharraba sus jóvenes pulmones); por todo ello, tenían que olvidarse de estudiar y comenzaban a perder la salud y agotar su existencia desde la infancia. Ganaban una exigua paga y, a cambio, perdían el futuro.
Las pancartas del Comité Nacional de Trabajo Infantil de EEUU ( creado en 1904 y desaparecido en 2017) lanzan mensajes como "Todos los niños deberían trabajar, pero el trabajo debe servir para su desarrollo, no para su muerte. Anímeles a que trabajen si ello implica la formación del niño para ser un buen ciudadano. Impídales trabajar si tan solo genera dinero para los padres o la empresa. No hay que moler la semilla del maiz". Y justifican la campaña por el hecho de que en aquellos días había "dos millones de niños menores de 16 años trabajando" y "queremos que sean hombres y mujeres normales".
Otros mensajes que reflejan las consignas del citado Comité eran "El trabajo en casa destruye la vida familiar. Aleja al niño de la escuela y evita el adecuado cuidado del hogar, anima al padre a rehuir responsabilidades y permite a padres y fabricantes codiciosos convertir la infancia en una burla. ¿Cómo quiere que crezca su hijo?".
En 1916, el Congreso de EEUU aprobó -con la ratificacion del presidente Woodrow Wilson- la Ley de Keating-Owen sobre el Trabajo Infantil -promovida por el citado Comité- que prohibía el comercio interestatal "a las empresas que dieran empleo a menores de 14 años en fábricas, a menores de 16 años en minas y canteras, a niños menores de 16 años en fábricas durante la noche o más de 8 horas diarias. Todos los estados menos dos respetan alguno de estos principios". Se aprobó en 1916, pero dos años más tarde, se derogó porque se la tachó de inconstitucional. Los lobbies hicieron bien su trabajo. Y eso que ya había leyes precursoras en otros países.
Fue una evolución crucial, un avance del progreso para la sociedad, pero la revolución industrial trajo consigo luces y sombras. La más oscura, la introducción del trabajo infantil de forma masiva. A nadie le extrañaba ver a los pequeños en fábricas de algodón, granjas, minas, canteras, empresas manufactureras o vendiendo por la calle. En 1841, los franceses habían prohibido el trabajo de niños menores de ocho años en fábricas y talleres mecánicos. En 1900, uno de cada seis niños norteamericanos menores de 16 años tenía un trabajo remunerado, un 50 por ciento más sobre la cifra de niños que trabajaban en 1880. No será hasta 1999, cuando Estados Unidos ratifique el Convenio sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que persigue el trabajo infantil que puede afectar negativamente tanto la salud y la seguridad como la moralidad de los los más pequeños.
Si alguien necesitaba una explicación de por qué era preciso poner fin al trabajo infantil, los mensajes del Comité eran de una claridad meridiana: "¿Qué hacer con las familias que necesitan los ingresos que les traen los niños? En cada caso hay otros que pueden llevar el peso mejor que los niños ( parientes, organizaciones, el Estado). ¿Acaso el trabajo infantil no constituye una buena formación y enseña disciplina? Ser aprendiz para niños menores de 16 años está prohibido en todos los sectores que requieren formación, los trabajos que se le ofrecen al niño ni educan ni forman, el trabajo monótono o no dirigido supone una disciplina mediocre. ¿Es que el trabajo infantil no mantiene a los niños lejos de las calles y de las travesuras? Un informe federal lo niega: los que trabajan muestran una mayor tendencia a cometer errores que los que no son trabajadores. El futuro de la familia exige una educacion que el trabajo infantil no puede procurar".
Y se comparan las distintas actitudes en este sentido: "Empresas listas y empresas tontas. Un molino que no se interesaba por sus empleados hizo precisa una ley obligatoria. Una política estrecha y de pocas miras respecto a mejorar las condiciones del trabajador dieron como resultado la ruina del molino y del pueblo, con empleados de bajo nivel y con menores beneficios: un reproche para el Estado. Mientras que este molino de Alabama estableció buenas condiciones y altos estándares con una política amplia y de gran visión , todos los empleados son mayores de 14 años, se les brinda ayuda financiera cuando lo precisan, todos los niños menores de 14 años van a una buena escuela, el molino se gestiona bien, la comunidad prospera, con trabajadores de alto nivel, ansiosos por cooperar: un orgullo para el Estado. Anime a los empresarios listos para que eleven todos los estándares".
En esa misma linea, se explica " Despilfarro y baja eficiencia representan para la empresa un retorno pequeño por los salarios que paga, mayor supervisión, bajo nivel de trabajo, menor producción, material estropeado, maquinas dañadas, más accidentes y demandas judiciales. Y un adulto procedente de trabajo infantil, ¿saben lo que es? Es un ser humano cuya eficiencia como trabajador ha sido arruinada debido al trabajo prematuro. La industria no puede prosperar sin buenos trabajadores. El trabajo infantil destruye la futura eficiencia."
La OIT anunció en 2021 que hay 218 millones de niños de entre 5 y 17 años en el mundo que trabajan. Cerca de la mitad (152 millones) sufre el trabajo infantil y 73 millones desarrollan un trabajo infantil peligroso. A la cabeza de los países con mayor trabajo infantil destacan tres países africanos: Malí (más del 55% de los niños), Benín (más del 52%) y Chad (más del 51%), mientras que por bloques regionales , al africano ( con más de 70 millones de niños trabajadores) le sigue el de Asia-Pacífico ( con más de 60 millones de trabajadores infantiles).
Lo malo es que para esos chicos no va a haber ningún comité bienhechor, ningún ángel de la guarda. Tampoco ningún congreso que dicte leyes para evitar que sus vidas se malogren tan pronto como puedan valerse por sí mismos y llevar algo de dinero a sus familias. La moraleja de esta historia deja mal sabor de boca. Las expectativas para estos niños se recogen en el título de un disco de los británicos Cerebral Fix, un grupo de rock ochentero: "La vida es una mierda y, luego, te mueres."

No hay comentarios:

Publicar un comentario