Félix Población
Una de estas
mañanas nevadas que nos han servido de reencuentro con el invierno, fui a comprar el buen pan de leña que se
expende en una pequeña localidad de la montaña leonesa y cuyo horno está en
Puebla de Lillo, a cuyo panadero, que reparte su mercancía por los pueblos del
entorno, felicito por el disfrute salivar que me procura su trabajo y me
retrotrae a las hogazas que mi padre ferroviario traía a casa cuando era guaje.
Allí, en el
establecimiento donde adquiero la crujiente, prieta y bien elaborada chapata,
asistí casualmente a una conversación habitual entre dos lugareños cuando se da entre ellos
una cierta familiaridad en el trato a lo largo de la vida y existen entre ambos
diferencias ideológicas o de partido.
Quien tenía más
edad y con toda seguridad había vivido la oscura y miserable posguerra,
provocaba medio en broma medio en serio al otro, más joven y posiblemente
proclive al Partido Socialista, afirmando que no había conocido un gobierno
peor que el actual, según mantienen en el Congreso algunos voceros de las derechas.
Hubiera podido
mediar en la charla, como por intención me suele pasar cuando caigo en la
tentación que siempre me provoca una falacia y tengo confianza para intervenir
en el diálogo, pero preferí no hacerlo porque no la tenía. Evité así apuntarle al
pensionista que tanto él como yo no habíamos conocido en los años que cada cual
lleva como jubilados –él más que yo- un incremento en la pensiones tan alto
como el que el actual gobierno de coalición aprobó en los últimos presupuestos
generales, y del que se están beneficiando 10 millones de personas en este
país.
Probablemente,
llevado por su ideología, por su cerrazón dogmática o por su fidelidad
inquebrantable a un determinado partido político, ese ciudadano llegará a las
urnas este año, como puede que lo hagan otros muchos pensionistas, comulgando
con su criterio y haciendo posible quizá que el próximo incremento de su
pensión sea el año que viene del 2,5 por ciento y no del 8,5 como en 2023.
Allá cada cual. Si
cada pensionista reconociera en esta ocasión la evidencia de los números, al
margen de su color político, la campaña electoral de los partidos que integran
el vigente ejecutivo no consistiría más que en repetir y hacer notar la
diferencia a favor de su gestión en esta materia entre esos dos guarismos.
Pero ya sabemos que
no será tan fácil con gente como el anciano lugareño, porque lo que prima en el
voto de muchos españoles no es la realidad de los datos sino el relato de la
realidad que le hacen los medios que frecuenta. Y ya sabemos la pertenencia de
la mayoría.
DdA, XIX/5.362
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