Félix Población
Recordaba hace unos días en uno
de sus artículos un reputado columnista de la prensa nacional, nada proclive a postulados izquierdistas, que se empieza llamando ilegítimo a un gobierno y
se acaba con episodios como los vividos en Estados Unidos o Brasil, con las
algaradas de partidarios de Trump y Bolsonaro ocupando las sedes de la
soberanía popular.
Habrá quien recuerde a los
grupúsculos que reiteradamente, cada vez que las leyes del aborto eran noticia
de actualidad por su aprobación o reforma, acosaban a las mujeres que acudían a
las clínicas para hacer una interrupción voluntaria de su embarazo. Esos hechos
se dieron en el pasado y todavía ocurren de vez en cuando.
Pocos pensaban entonces, aunque
quizá hubiera quien se lo temiera, que llegados los años en que estamos la
presencia por primera vez de un partido de extrema derecha en un gobierno
autonómico, como el de Castilla y León, iba a llegar a similares coacciones con esa
Ley del Latido que en Estados Unidos tuvo como repercusión una lesiva
legislación contra el derecho al aborto.
El señoro García Gallardo,
vicepresidente de aquella comunidad autónoma por la gracia del Partido Popular,
pretende que los médicos ofrezcan a las mujeres que desean abortar la escucha
del latido del feto, un primer paso sin duda para que el verbo ofrecer se
convierta en obligar, a imagen y semejanza de lo que ocurre en países bajo
gobiernos de extrema derecha como Hungría y Polonia, con los que Vox públicamente ha comulgado.
No sabemos qué pasará con el
requerimiento del gobierno central al de Castilla y León para que “se abstenga de aprobar y aplicar ninguna medida
que vulnere o menoscabe” el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.
El gobierno de Mañueco se ha pronunciado en los mismos términos: que desde La Mocloa “se
abstengan de dirigir requerimientos y
comunicados oficiales a una Comunidad Autónoma vulneradores de su autonomía y
sus competencias”.
Así las cosas, la última encuesta de elDiario.es rebaja en cuatro puntos la tendencia de voto a Vox, que pasa del 18 al 14 por ciento. Podría ocurrir que en la próxima evaluación demoscópica se deje notar la repercusión de la Ley de Latido del señor García Gallardo en contra de su propio partido.
DdA, XIX/5.351
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