jueves, 19 de enero de 2023

CARMEN CASTELLOTE: YA NADIE HABLA DE LA GUERRA./ ¿QUÉ HAGO CON LOS MUERTOS?


Félix Población

Todavía sigue entre nosotros la que bien podría ser la última poeta aún viva del exilio republicano, Carmen Castellote, a la que el director del Instituto Cervantes Luis García Montero visitó hace meses en México. Esta autora formó parte de aquella diáspora de pequeños refugiados que conformó las expediciones de los llamados Niños de la Guerra y que salió de los puertos marítimos del norte de nuestro país en 1937, antes de que las tropas sublevadas en julio de 1936 ocuparan esa vertiente. Castellote tenía solo cinco años cuando sus padres la enviaron a Leningrado desde Bilbao, unos meses después del trágico bombardeo de la aviación alemana sobre Guernica, cuyo espanto tuvo repercusión internacional y es de suponer que mucho más entre las familias republicanas vascas. Aquella niña formó parte de los miles de niños y niñas de 3 a 13 años que hallaron refugio en la Unión Soviética, vivirían allí el segundo espanto de la segunda Guerra Mundial y tardarían muchos años en regresar a España, una vez instaurada la dictadura franquista en este país, dándose la circunstancia de que algunos no volverían jamás. Carmen Castellote (1932) reside actualmente en México, adonde viajó en 1958 para reencontrarse con su padre, al que no veía desde once años atrás. Esta escritora tiene publicados varios libros de relatos y ensayos, así como cinco poemarios, escritos a partir de los cuarenta años. La editorial española Torremozas publicó en 2021 el que se titula Kilómetros de tiempo, al que pertenece este poema, en cuyo verso final, tras escribir que ya nadie habla de la guerra, se pregunta "¿qué hago con los muertos?". La mayor parte siguen enterrados sin nombre, allí donde fueron asesinados, sin la reparación, justicia y dignidad que todos los demócratas les debemos.

LA GUERRA Y YO

“Caminos, kilómetros de tiempo,/ nada puede apartarme de la guerra,/ de sus muertos escondidos en mi infancia./ Y la vida nada sabe de este hoyo,/ abierto aquí, en mi corazón./ Beben tierra los ríos como antes,/ las estrellas se persiguen en el mar,/ el monte se hace altar para la nieve/ y el sol deja que la sombra juegue contra el árbol./ Todavía los niños juegan a la guerra/y la flor es asombro y soledad./ Es tarde y quiero dormir,/ pero la noche está llena de muertos./ Iza el miedo sus alas nocturnas./ ¿Acaso es la guerra?/Quiero ser manos, muchas manos,/ para matar la obscuridad./Un rocío de luz entra en mi mañana./ Los árboles se embriagan de aurora,/ los hombres cruzan el pasto húmedo de la noche,/ madrugan los caminos, bosteza la calle./ Una mujer quiere barrer el nuevo día/ con su vieja escoba,/ y en la orilla de un colegio dos niños luchan/ mientras los otros ríen./ Ya nadie habla de la guerra./ ¿Qué hago con los muertos?”

     DdA, XIX/5.354     

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