jueves, 19 de enero de 2023

COMUNICANDO


Valentín Martín

Entre los 30 primos Martín que nacimos, primo arriba primo abajo, mi primo Cesáreo es el mediano de los medianos. A alguno le parecerá un exceso de primos, pero es que todo comenzó cuando aún estaba por nacer el siglo XX y los abuelos vivían en el campo. Yo creo que habríamos sido más primos si al abuelo Claudino no lo hubiera matado un mosquito cuando era muy joven, aunque ya había dejado 8 hijos en el regazo de la abuela Engracia. Mi abuelo era la envidia de La Madre de Bodas de Sangre, sí. A mi abuela nunca se le cumplió un solo sueño. Quiso ser ama de cura y no pudo. Quiso visitar Tierra Santa y tampoco. Se ve que esto de los sueños rotos viene de herencia, como las pecas, las vocaciones, las manías, o la lujuria.

Cuando a mi primo Cesáreo le entraron las prisas por parar, no se fue a un monasterio como Carlos Emperador, sino a Benidorm. La respuesta a ese porqué no la sabe nadie. Somos un misterio, como hablábamos en un asador Javier Batanero, Víctor Claudín y yo, recordando la traición de los viejos comunistas españoles a la muerte del dictador. Pero el misterio de mi primo Cesáreo es que no hay misterio: le gusta la gente. Y quizás huye del exterminio de las coruchas en las soledades de un pueblo chico.
Yo a Benidorm te tengo querencia. Por aquellos años en que me nacieron los hijos y de niños se bautizaron allí de mar. Aunque tuve disgustos, como el que me dieron dos muchachas hermosas e inglesas al robarme unas toallas que me había regalado mi amigo Manolo Santana, el inventor del tenis en España.
Este pueblo de pescadores es hoy más que nunca hijo de Pedro Zaragoza, el alcalde falangista que se crió con su abuela, una abuela mediterránea muy distinta a la abuela Engracia. El alcalde Pedro Zaragoza debía de tener buen olfato. Porque cuando se enteró de que San Remo celebraba un festival de canciones, decidió que su pueblo no iba a ser menos. Y en el quiosco del Tío Quico, junto a Villacorta y Teodoro Delgado, puso en marcha el festival de Benidorm. Era julio y era 1959.
La primera en ganar el festival de Benidorm fue la chilena Monna Bell, con una canción que se llama " Un telegrama", creo que compuesta por los hermanos García Segura. Antes de que tus labios me confirmaran que me querías, ya lo sabía. Eso cantaba Monna. Y un año después, el ganador fue otro chileno, Arturo Millán, con la canción " Comunicando". Lo que son las cosas, de Chile tuvieron que venir Monna y Arturo para cantar la importancia de la comunicación entonces y ahora en que parece volvemos a los tiempos del cólera.
Unos se enteran y otros están en la inopia.
El gobierno de la Comunidad de Madrid, experto en deshacer más que en hacer, se ha propuesto hacer como que hace. Y para vender la moto trata de convencer enviando una carta a cada ciudadano. La Comunidad tiene casi 7 millones de habitantes, así que Ayuso se ha gastado un pastón en papel. Y todo para comunicar el nombre de una enfermera que, según dice la carta, es mi enfermera. Ya lo sabía, como dice Monna Bell en " El telegrama".
Mientras, el gobierno de coalición que pilota la política de este país sube las pensiones contributivas un 8,5 por ciento, y las no contributivas, un 15 por ciento. Los gobiernos anteriores subían un 0.5 por ciento. Y se callaban, como debe hacerser con una mala noticia. Que la publique el BOE, que ese no lo lee nadie.
Estamos por tanto ante una subida histórica y el gobierno de coalición ignora que una buena noticia debe darse tres veces al menos. Si no, ni crece ni alborece. El cartero de mi enfermera llama dos veces, y la carta con la comunicación de los duros que me toca, no existe. Dejadme que recurra a Pancracio Celdrán y su lexicografía sobre la palabra gilipollas.Por cierto, Monna Bell no se llamaba Monna Bell, pero Monna Bell sonaba mejor que Ana.

DdA, XIX/4.354

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