jueves, 19 de enero de 2023

EL MÉTODO MAÑUECO SUPONDRÍA UN PROBLEMA SI LA PRENSA CUMPLIESE SU TRABAJO

Gerardo Tecé

Las relaciones surgidas de experimentos de laboratorio nunca fueron fáciles y casi siempre derivan en obra de terror. Pregúntele a Víctor Frankenstein, al Doctor Caligari o a Fernández Mañueco. Respondida la pregunta de cómo se crea vida a partir de miembros de diferentes cadáveres y también la cuestión de cómo usar la hipnosis para controlar a otros, seguimos pendientes de que el presidente de Castilla y León aclare cómo pueden ensamblarse dos cabezas –una presuntamente moderada y la otra de extrema derecha– en un mismo cuerpo autonómico democrático sin morir en el intento. Mañueco, la dirección nacional del PP y –valga la redundancia– los grandes medios de comunicación andan trabajando en ello.

El experimento no es sencillo. Presenta serias dificultades y justo estamos en mitad de una de ellas. Con la pataleta lógica de haber jurado por el brazo incorrupto de Santa Teresa que acabarían, sí o sí, con la Ley de Violencia de Género en Castilla y León y no haberlo conseguido, Vox reclama ahora con ímpetu su derecho a una justa indemnización. Si no podemos desproteger a las mujeres por ley, si tampoco nos van a dejar prohibir el aborto, si ni siquiera acosarlas a las puertas de una clínica, al menos déjennos husmear en sus vaginas e incomodarlas cuando acudan al médico para interrumpir un embarazo. Qué menos. García-Gallardo, vicepresidente de sueldo inversamente proporcional al estrés de su agenda, inauguraba hace unos días por sorpresa este follón que salpica ya a la calle Génova. Explicaba en rueda de prensa el joven ultra la que sería hasta este momento la mayor aportación ultraderechista al bienestar de la región laboratorio. Si una mujer acude a abortar al hospital –a lo loco, que es como hacen las cosas las mujeres–, allí habrá un señor hecho y derecho, con dos dedos de frente, para intentar pararle los pies. ¿Abortar? Escuche esto, señora, escuche: es el latido del feto, es la vida que va a asesinar. Y mire, mire esto, señora: es una ecografía en 4D&FullHDDolbySurround donde puede ver la cara del que sería su hijo si no lo matase. Que este tipo de ecografía no se usen hasta pasadas las semanas en las que un embarazo puede ser interrumpido son detalles sin importancia, como explicaba Gallardo: yo qué sé, yo nunca he estado embarazado. Volviendo a lo que importa, señora: ¿quiere que pensemos juntos un nombre para la criatura antes de que tome la decisión? La unidad de medida de la psicopatía se establece hoy en España en función de la reacción de un PP capaz de tragar con lo que haga falta. Y en este caso hasta el PP ha salido corriendo.

El método Mañueco supondría un problema en un país cuya prensa hiciese su trabajo

El método Mañueco, podemos llamar así al experimento de laboratorio consistente en ir tirando con estos compañeros de viaje, va puliéndose día a día. Consiste, ante todo, en tener claro que, aunque Vox posea un programa político real –la vuelta a la Edad Media– del que el PP carece, los populares tienen sin embargo experiencia demostrada en lograr el objetivo final capaz de unir a ambas partes del ser bicéfalo: mantener para la derecha el sillón del poder. Para ello, lo que sea necesario. Si para no enfadar a Vox toca responder ante la prensa que Castilla y León efectivamente implementará nuevas medidas dirigidas a las embarazadas, Mañueco así lo hará. Si para no salirse del papel de moderación hay que responder al día siguiente que esas nuevas medidas serán idénticas al protocolo que ya existía y que, por tanto, estaríamos hablando del nuevo protocolo de Schrödinger que existe y no existe al mismo tiempo, Mañueco también lo hará. ¿Por qué no? El método Mañueco supondría un problema en un país cuya prensa hiciese su trabajo. Un país en el que se le exigiese al presidente de CyL claridad en un asunto tan delicado. No es el caso. Al contrario, la prensa que protege al Partido Popular no sólo no le afea a Mañueco el trilerismo, sino que sale en tromba a afearle a Vox su legítima insistencia a la hora de cumplir su programa electoral basado en la Edad Media. ¿Tú crees que es el momento de esto ahora que teníamos a Pedro Sánchez y su banda agarrados de los huevos?, le afeaba Ana Rosa Quintana a García Gallardo la ocurrencia en uno de los mayores ejercicios de transparencia televisiva conocidos. ¿Estamos o no estamos en el mismo barco, joder?

En mitad del caos, Vox amenaza con hacer saltar por los aires el Gobierno de Castilla y León. No lo harán. Desde la propia formación ultraderechista matizan que, quizá, donde dijeron saltar por los aires, en realidad querían decir revisar el pacto de Gobierno. Y que revisar el pacto significa lo mismo que significa tener un nuevo protocolo antiabortista: nada. Tragaron con aquella ley que según ellos era un ataque para el hombre y tragarán ahora con que nada cambie en el asunto del aborto. Mañueco lo sabe, Vox lo sabe y lo saben en Génova. Se trata de conseguir un equilibrio en el que, por un lado, la ultraderecha pueda seguir haciendo la función que le da sentido a su existencia, proponer estupideces, y por otro, que estas estupideces no lleguen a materializarse dañando así la pretendida imagen de moderación que Feijóo necesita para llegar de la mano de Abascal a la Moncloa. Hoy es acosar a mujeres y mañana será recuperar el lanzamiento de la cabra desde el campanario, propuesta a la que Feijóo y Mañueco responderían con contundencia que les gusta mucho la leche de cabra. No importa. Lo único importante en estos meses previos a las generales es que la gran prensa esté vigilante para, como bien hizo Ana Rosa, recordarles a sus socios de PP y Vox cuál es el objetivo final que a todos ellos les une.

CTXT  DdA, XIX/5.354

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