sábado, 5 de noviembre de 2022

CÁNDANO ESCRIBE "NO HAY PAÍS", CRÓNICA POLÍTICA Y SENTIMENTAL DE ASTURIAS


Bernardo Álvarez

Ya desde hace unos meses se esperaba con expectación el libro que Xuan Cándano estaba escribiendo sobre la historia reciente de Asturias. Cerca de cien conversaciones, de una media de dos horas, y varias décadas de trabajo periodístico están detrás de No hay país. Crónica política (y sentimental) de Asturias, el libro que publicará próximamente Hoja de Lata y que promete agitar el debate sobre el estado de la región. “No es un libro de historia”, empieza matizando Cándano, que cuenta también que, en un principio, era un encargo que la editorial le hizo al difunto escritor Luis Arias Arguelles-Meres. A la muerte de este, el periodista tomó el relevo con el objeto de cubrir el vacío ensayístico sobre la historia reciente de Asturias. ¿Y por qué ese “no hay país” como título? “Es una frase recurrente que yo oí a mucha gente hablando de Asturies como un lamento de que no haya sociedad civil, que aquí es muy débil. País en el sentido que le daba Jovellanos, no con connotaciones nacionalistas. Ese es uno de los grandes problemas de la sociedad asturiana, que es una sociedad invertebrada. Claro que hay un país: una historia, una geografía, una cultura…Pero la sociedad civil es débil, está acogotada y no tiene la voz suficiente, y eso se nota”. Durante casi un siglo, reflexiona el periodista, el movimiento obrero vertebró a la sociedad asturiana. Ahora, “aunque clase obrera siga existiendo, lo que desapareció fue el movimiento obrero, y ese es uno de los acontecimientos más relevantes de los últimos cincuenta años. Con su desaparición se creó un vacío que, para lo bueno y para lo malo, no se ha llenado en Asturies”.Aunque señala también otras causas: “Influyen el tamaño y la escasa población, pero también otras cuestiones culturales, sociales e históricas. Por ejemplo, el peso de la izquierda y del internacionalismo, con su rechazo a las cuestiones identitarias y a la cultura propia, hicieron que Asturies perdiese un tren desde la muerte de Franco. Eso se ve simplemente mirando a las autonomías vecinas del norte, que optaron por otra vía: Galicia optó por el galleguismo, incluso en la derecha, y le fue bien; el País Vasco tiene un nacionalismo histórico, y a Cantabria, que está gobernada por un partido conservador y regionalista que aquí fracasó, tampoco parece que le vaya mal. De las autonomías del norte, la más deprimida, empezando por la demografía, es la nuestra”. Y es que Asturias, lamenta Cándano, “optó por un camino mirando siempre hacia Madrid, y en eso tiene mucha importancia el peso que tuvo aquí la empresa pública. Eso de esperarlo todo del Estado, esa lectura economicista de la realidad, el estar siempre pendiente de las infraestructuras y de inversiones foráneas, tiene mucho que ver en esta situación”. El veterano periodista es muy crítico con las élites asturianas por su papel en la decadencia de la región. “La burguesía asturiana es la única que destrozó sus propios símbolos”, recuerda Cándano, “los chalets de la calle Uría fueron víctimas de la piqueta; los Masaveu abrieron un museo, pero en Madrid. Las élites asturianas le dieron la espalda a Asturies, acomplejados ante lo propio y creyendo que las soluciones vienen de fuera”.Pero de todo lo anterior no hay que concluir que No hay país sea un libro pesimista: “Ese pesimismo es un lastre para Asturies que nos lleva a la falta de autoestima colectiva. Es un pesimismo muy paralizante, y por eso le doy tanta importancia simbólica al fenómeno de Rodrigo Cuevas, que representa lo contrario: una sociedad asturiana joven, emergente, con una visión cosmopolita desde lo local. Ya hay síntomas que indican que la siesta se acaba”.

NORTES  DdA, XVIII/5.301

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