jueves, 13 de octubre de 2022

TRADICIÓN ANTIDEMOCRÁTICA EL DÍA DE LA FIESTA NACIONAL


Félix Población

La flaqueza de memoria me impide saber a ciencia cierta si cuando Felipe González presidió durante cuatro legislaturas el Gobierno de España, entre 1982 y 1996, el día de la llamada Fiesta Nacional era abucheado cuando llegaba a la tribuna instalada en el Paseo de la Castellana para asistir al desfile de las Fuerzas Armadas. 

Es muy probable, sin que me quepa la certeza y teniendo en cuenta el bajo estilo que gasta la derecha extrema o extremo-derecha actualmente con ocasión de ese evento, que ya entonces ejerciera de antidemócrata con el abucheo al Jefe del Gobierno. No hay que olvidar el peso de la nostalgia que tenía la dictadura en quienes le tributaban por aquellos años su admiración y respeto, hasta el extremo de haber intentado un golpe de Estado. 

A falta de constatar esa circunstancia, lo cierto es que desde los segundos gobiernos del PSOE con Rodríguez Zapatero, unos centenares de personas con acceso a las proximidades de la tribuna de autoridades, se permiten año tras año todo tipo de imprecaciones e insultos contra quien preside el ejecutivo por decisión democrática de la ciudadanía. 

Hasta tal punto ha sido así ayer que, en lugar de esperar al Jefe del Estado Pedro Sánchez, hubo de hacerlo el rey en su coche para evitar de ese modo que el Presidente del Gobierno aguantase en la intemperie los improperios de esa gentuza. Dígase lo que se diga desde La Moncloa en contra de esta versión, también al término del acto el vehículo de Sánchez evitó el tránsito por delante de quienes lo abuchearon, abucheaban a Zapatero hace casi veinte años y seguirán haciéndolo siempre que el Jefe del Gobierno no sea de su cuerda. 

Es lo que da de sí como evidencia de su talante antidemócrata la derecha que purgamos, exhibida cada año con bochorno cada vez que se celebra la llamada Fiesta Nacional, y sin que la derecha parlamentaria reproche esa actitud a quienes la mantienen públicamente como "tradición". Claro que para eso habría que contar con otra derecha sentada en los escaños del Congreso. 

     DdA, XVIII/5.285     

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