lunes, 3 de octubre de 2022

LOS QUE ESPERAN ABRAZAR LOS RESTOS DE SUS PADRES, COMO ÁNGEL RODRÍGUEZ FRANCO



Testimonio recogido en el diario La Voz del Sur por Candela Núñez, con el que este Lazarillo quiere tener en cuenta, para bochorno de los gobiernos democráticos que se han sucedido en España, a todos los hijos e hijas, esposas, hermanos y hermanas de las víctimas de la dictadura franquista, asesinadas y enterradas como alimañas en fosas y cunetas, que en el transcurso de casi cincuenta años han fallecido sin poder inhumar con la dignidad que merecen a quienes se enfrentaron al fascismo. Ángel Rodríguez Franco sigue buscando los restos mortales de su padre, asesinado cuando él sólo tenía dos años y medio de edad. Podrían hallarse en la fosa de Pico Reja (Sevilla), en la que hasta la fecha se han identificado los restos óseos de 400 personas. El número total de víctimas enterradas en la misma supera las 4.000, una información que conviene recordar y difundir en la actual coyuntura histórica. Mientras se lleva a cabo esta recuperación y reparación de las víctimas, con un retraso vergonzoso que hizo imposible para muchos familiares de los republicanos asesinados lo que Ángel Rodríguez Franco aún espera con 86 años de edad, el fascismo va renaciendo en Europa, país tras país, con una reciente victoria en una nación que ya lo conoció, Italia, y que colaboró con la Alemania nazi  que puso en marcha la más cruenta de las guerras que tuvieron lugar en nuestro planeta. Son muy pocos los ciudadanos y ciudadanas en España que, como Ángel, puedan abrazar ya los restos mortales de sus padres, enterrados como alimañas en fosas y cunetas, sobre los que no ha dejado de llover la indiferencia o el olvido de un Estado democrático a lo largo de las últimas décadas. Y el tiempo sigue pasando mientras mueren quien esperan y en las calles de muchas de nuestras ciudades los nombres de los victimarios siguen en las esquinas y alguno de aquellos generales felones como Queipo de Llano, marqués del mismo nombre hasta hace muy poco y verdugo mayor de la Andalucía republicana, sigue enterrado en la Basílica de La Macarena de Sevilla.

Me llamo Ángel Rodríguez Franco y busco a mi padre, Eugenio Rodríguez GarcíaMe quedé huérfano con 2 años y medio, mi madre viuda con 26 años, y mi hermana huérfana con 17 meses menos que yo. Nos fuimos a El Ronquillo, de fin de semana, porque mi padre trabajaba en una fábrica de lozas, y allí nos quedamos esperando a mi padre. Nosotros vivíamos aquí en Sevilla. Como mi padre no apareció mi madre estuvo buscándolo por todas las cárceles, pero no lo encontró. Aquí había un barco de una empresa, que era como una cárcel, y a  mi padre lo tenían allí. Mi madre lo sabía pero no lo pudo sacar, así que nos quedamos con mi tío, y rehicimos nuestra vida. 

Pasaba ya un año y mi madre estaba convencida de que se había fugado, ya que mi padre era sindicalista de la CNT. Yo mientras me crié con mi tío como si fuera mi padre. En el colegio estuve hasta los 14 años, que me echaron y con 16 ya conducía el camión que usábamos mi tío y yo para trabajar. En el colegio en el que estuve, el maestro que yo tenía era republicano, y como sabía mis ideas, se ponía en la puerta y, como nos llevaban todos los días a la iglesia, él me decía que me fuera, que cogiera los libros y me fuera. Un día me ve el cura de la iglesia fuera del colegio y me dice “hombre, que no te veo nunca”, y le digo “no, porque estoy ayudando a mi madre"; "y los mandamientos, ¿te los sabes?”; y le digo: “Los sé, pero no me interesan”; “¿y por qué no?” Porque uno de ellos dice no matar y a mi padre lo mataron”; "pues ahora nos vamos a ir a la iglesia”; y como teníamos que pasar por la puerta de mi casa, me salí de la fila y me fui a mi casa y el cura “Ángel, Ángel” y yo “que no voy a ir a la iglesia”... “pero por qué hombre”, y le digo “porque primero la obligación y después la devoción”.

Entonces el cura más enfadado, me denunció a la Guardia Civil por rojillo, con 14 años. El guardia civil mandó al municipal a mi casa y a mi madre se le cayeron dos lagrimones. Entonces, cuando llegué al cuartel, me mandaron a mi casa, porque mi madre tenía tienda y todos los guardias sacaban “fiao” y además pagaban a mi madre la mitad y así mi madre tenía un libro como el de petete de las deudas, si no llega a ser por ello, no sabemos lo que hubiera pasado. 

En El Ronquillo, donde yo viví, mataron a mucha gente, y la gente no quiere saber nada, mataron a uno comiéndose una manzana, e incluso le dieron con la culata. De mi padre nunca nos dijeron que había muerto, un día de Fiscalía llamaron a la puerta de la tienda, y se llevaron todo lo que había, y mi madre tuvo que pagar también una multa. 

Mi madre no nos hablaba de mi padre, no quería implicarnos para que no nos pasara lo mismo que a él, y nunca nos dijo que había muerto, pero sí que ponía velas por toda la casa en su nombre, y yo le decía que las quitara, que iba a acabar quemando algo, que ya hacía mucho tiempo que mi padre había muerto. 

Él está en la fosa de Pico Reja. Dicen que hay 4.000 y pico de personas, pero se ha visto que hay más. Yo ya me he hecho las pruebas de ADN, pero aún no hemos dado con él. Ya se han identificado 400 cuerpos, pero aún no sabemos si  entre ellos está mi padre o no. 

@Identifican los restos de diez víctimas del franquismo, 83 años después de su asesinato  Elsaltodiario.com

     DdA, XVIII/5.278     

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