En medio de lo que ya se considera una crisis civilizatoria global, y con
relación a la segunda vuelta muy próxima de las elecciones en Brasil, que decidirán si la ciudadanía se decanta finalmente por un
gobierno progresista o reaccionario en aquel gran país, bajo la jefatura de Lula
Da Silva o Bolsonaro, a este Lazarillo le parece muy oportuno y nada exagerado el
interesante artículo que firma hoy en InfoLibre el jurista Baltasar Garzón, y cuya lectura íntegra
recomiendo. Lo fundamental del texto, titulado Brasil vota el futuro del planeta,
queda expresado en este fragmento:
El sociólogo y filósofo Boaventura de Sousa Santos, lo expresaba muy
bien días atrás: “Aunque a Brasil, por su enorme tamaño, le cuesta imaginar que
algún país o movimiento extranjero pueda afectarlo decisivamente, lo cierto es
que la extrema derecha global, que hoy tiene en Estados
Unidos sus mayores recursos financieros y tecnológicos, ve en Bolsonaro un
instrumento estratégico para mantener su visibilidad internacional y facilitar
el regreso de Donald Trump. Para la
extrema derecha mundial, la segunda vuelta de las elecciones brasileñas son las
primarias de las elecciones estadounidenses de 2024. He llamado la atención
sobre las actividades de Atlas Network, financiadas inicialmente por los
hermanos Koch, magnates estadounidenses reaccionarios. Hoy cuenta con 500
instituciones asociadas en 100 países para promover su ideología
ultraneoliberal. Fueron importantes en el reciente rechazo al proyecto
constitucional de Chile que pretendía acabar con la Constitución del dictador
Pinochet y están muy activos en Brasil…”
Es que nos jugamos mucho. Los ciudadanos brasileños y todos
nosotros. De esta próxima llamada a las
urnas depende, entre otras cruciales consideraciones, el porvenir de la
Amazonia, que será de destrucción si queda a cargo de la extrema derecha
depredadora de Bolsonaro, o de recuperación si es la progresista visión de Lula
la que, como Petro en Colombia, se compromete a proteger el pulmón del mundo.
En tiempos en que el cambio climático es una evidencia que sobrecoge, el
posible resultado de esta pugna presidencial lleva a que el planeta contenga la
respiración.
En Brasil están en juego ahora no solo
los derechos humanos de 214 millones de personas sino también el futuro
de todos nosotros, amenazado por la intolerancia, el afán insaciable de beneficio, el desprecio a las
libertades y la depredación suicida del medio ambiente. Por todo ello, creo que
no exagero cuando digo que en Brasil se vota el futuro del planeta.
DdA, XVIII/5.287
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