martes, 4 de octubre de 2022

JESÚS QUINTERO Y LA GRAN VERDAD DEL MUNDO


Mamá, teta y caca… Después de tanto tiempo y de tantas palabras quizá tenga que reconocer que ese es el único mensaje que tiene sentido, la gran verdad del mundo. Tal vez era eso todo lo que quería decir, todo lo que he dicho de un millón de maneras desde que aprendí a hablar: Madre, teta, la gran verdad del mundo; y todo lo demás caca… aunque sea caca de lujo.

EL LOCO DE LA COLINA

"La televisión es una mina abandonada y saqueada por los mercaderes, por los oportunistas, por los cotillas, por los falsos profetas. Estamos viviendo unos tiempos de basura. La televisión desprecia la cultura, las grandes ideas, y se está acostumbrando a la superficialidad y al morbo por el imperio de las audiencias. Esto está teniendo tanto eco que no ver la televisión es un gesto de buen gusto". Jesús Quintero in memoriam


Félix Población

Se nos fue una de las voces y presencias más personales y carismáticas de la radio y la televisión. Sus entrevistas ante los micrófonos y antes la cámaras, y el acercamiento íntimo al oyente o al espectador que hacía de sus entrevistados serán siempre uno de los capítulos más brillantes y singulares del género. Recuerdo que conocí a Jesús Quintero en Madrid cuando era mánager de la cantante Soledad Bravo, a la que hice una de mis primeras entrevistas a finales de los años setenta. Nos caímos muy bien. Aún le faltaba el trayecto profesional por el que luego será muy conocido y hasta popular. Dejó asomar ese porvenir en un excelente programa de sobremesa en Radio Nacional que se llamaba Estudio 15-18, emitido a esas horas vespertinas. Luego llegó su extraordinario Loco de la Colina, en la SER, a la hora tardía de la media noche, después de un exitoso programa deportivo que muchos soportábamos por escuchar bajo las sábanas los editoriales de cabecera confidenciales, directos y desnudos, de nuestro Loco. A partir de entonces, su trayectoria por la televisión fue de lo mejor que se pudo ver en este país. Jesús Quintero falleció ayer en una residencia de ancianos de Cádiz a los 82 años. Pero siempre tendremos de él una imagen joven porque, como dice hoy Felipe Alcaraz, en un conciso y emocionado obituario recordando la sobresaliente entrevista que le hizo a Pasionaria, llenando la noche toda de silencios y cánticos (fue cuando Dolores Ibarruri recitó de memoria el Padre Nuestro en latín), Jesús tenía un gran sentido del humor y exhalaba una extraña ingenuidad de pueblo, que le daba un aura de seguridad y cercanía, siempre disfrazado de sí mismo. Con Felipe, le decimos a Jesús que vuele alto, abrigado en la niebla de sus silencios. Y también le cantamos este fandango de Paco Isidro que de seguro le llegaba muy adentro por el arraigado apego que sentía por su tierra: Aunque me voy/ no me voy./ Aunque me voy/ no lo siento,/ porque me voy de palabra/ pero no de pensamiento./ Aunque me voy/ no lo siento.

EL MEJOR COMUNICADOR DEL MILENIO

Rafael Camacho


Ha fallecido Jesús Quintero, aquel niño solitario que a finales de los 40 del siglo pasado buscaba cada día refugio con un libro en los aledaños de San Juan del Puerto, y que quiso ser y vivir como lo hizo: pocos andaluces tan ricos de aventura como ‘el Loco de la Colina’. Un día, hace veinte años, cuando yo dirigía la RTVA, me llamó para darme una exclusiva: “me han nombrado mejor Comunicador del Milenio”. Hombre, Jesús, le dije, quita ceros. ¿Cómo va a valorar un Jurado a los comunicadores de la Baja Edad Media o del Renacimiento, que además no tenían ni radio ni televisión? Además, por lo que yo sé, Gonzalo de Berceo (S.XIII) era al menos como tú, incluso mejor poeta, y San Juan de la Cruz (S.XVI), que era un místico como tú, un contestatario como tú y, a su manera, un espíritu libre como tú, creo que San Juan de la Cruz era mejor que tú, Jesús, y si hubiera tenido Canal Sur (acabó sus días en Andalucía), lo hubiera demostrado.
Era la guasa propia de esta tierra, que a él le fascinaba y yo le correspondía aun con escaso talento para esa práctica.
Hace 20 años, su pueblo, San Juan del Puerto, lo nombró Hijo predilecto y Jesús me concedió el honor de pronunciar el discurso laudatorio que ensalzara los méritos y virtudes que lo hacían acreedor de la distinción más entrañable de su vida. Dije entonces, entre otras alabanzas, que Quintero era un gran talento al servicio del arte y de la comunicación, y un hombre comprometido con la sociedad de su tiempo. Porque sostenía su guerra particular contra el pensamiento único, contra el pensamiento débil, contra lo políticamente correcto, contra lo que parece pero no es, etcétera.
Yo, que coincidía en gran medida con su análisis de la televisión (pero que me había tocado en suerte –mala suerte- dirigir una Tele con todas las servidumbres que el envenenado caramelo conllevaba), lo emplacé a una larga reflexión compartida que fuera fructífera sobre la televisión. Para ir abriendo boca, tras ‘El Vagamundo’, un espacio de entrevistas en Canal 2, ensayamos en Canal Sur TV un programa muy apreciado por la audiencia (‘Ratones coloraos’), que podría ser ejemplo de la televisión que queríamos: comunicación y entretenimiento de calidad.
Hay que hablar de una Denominación de Origen Quintero en el sector de la Comunicación. Bien es verdad que la Denominación está aún cortita de productos. Jesús Quintero es un Patrimonio de Andalucía, un comunicador que mostró un modelo distintivo, un patrón de medida para la buena televisión.
Hace unos meses lo visité con mi hija María José en el ‘Centro Sociocultural Jesús Quintero’, erigido por la Diputación de Huelva y el Ayuntamiento de la localidad, un valioso ‘museo’ que perpetuará su memoria y en el que Jesús, a sus más de 80 años, seguía soñando con proyectos de radio y televisión comandados por él mismo. Pero el niño soñador de San Juan del Puerto no ha vuelto del último de sus silencios.


     DdA, XVIII/5.279     

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