Lazarillo
A esa hora en la que los efectos digestivos nos provocan la deliciosa modorra de la siesta, gatos domésticos como el que aquí se muestra y responde al nombre de Sirio no desaprovechan la oportunidad de acomodarse a la vera de quienes los han elegido como compañía y se quedan adormilados en los sofás durante un rato. Lo que suele suceder en estos casos, si el humano se deja seducir por la relajada actitud del felino, es que una vez nos despertamos y apercibimos del abrazo del animal, tengamos reparo en desasirnos de inmediato del mismo, por aquello de no romper un contacto por el que sentimos gratitud y gusto. Este Lazarillo se ha servido de esos momentos de prolongación consciente del abrazo, una vez despierto, para advertir los receptivos movimientos de oreja que un gato puede trazar en el aire mientras permanece dormido, siempre que las palabras musitadas sean las que se le dispensan habitualmente con cariño cuando se le acaricia a lo largo del día. Se diría que su perspicacia y receptividad sensorial para sentirse querido de oído rebasa los umbrales del sueño.
DdA, XVIII/5.286
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