Manuel Maurín
Medir la calidad de una Universidad contando el número de artículos publicados en las revistas de referencia científica es bastante discutible. Cuando el conjunto de la ciencia, incluida la ciencia social, se reduce al patrón investigador de la física o la biología y el principio de la competitividad, medida en términos cuantitativos, alienta un tipo de trabajo más orientado a la consecución de objetivos de financiación o de obtención de puestos más elevados en el escalafón que de verdadero y útil conocimiento, se está caminando en un sentido incorrecto y descuidando otras facetas del trabajo universitario, como la docencia, que no forma parte de los sistemas de evaluación comparativa.
Con tal de aumentar el número de publicaciones los jóvenes profesores con frecuencia se ven obligados a trocear un mismo trabajo original en múltiples partes y hacer varias versiones con diferente título. También se producen trabajos que firman diez profesores aunque solo uno sea realmente el autor. Como contraprestación, este firma a su vez otra serie de ellos de los que no ha sido partícipe, pertenezca o no a un mismo grupo de investigación.
En estas circunstancias cada vez es más difícil poder opinar sobre la calidad investigadora de cada cual y evaluar verdaderamente la aportación que las universidades hacen a la sociedad que las financia.
DdA, XVIII/5.256
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