Jaime Richart
Cierra los ojos y ponte cerumen en los oídos. Rodéate de una alta empalizada para aislarte de todo cuanto de negativo, de miserable, de amenazador y de aniquilador té llegue de lo que hay sobre la faz de la tierra.
No prestes atención ni a tu salud, ni a tus problemas personales; tampoco a las enfermedades y problemas de quienes son tu familia, ni a los de tus amigos...
No te resientas del sufrimiento de millones de semejantes desconocidos por falta de alimentos y de agua, por enfermedades atroces o por el trato vejatorio y humillante que unos reciben de otros. Tampoco prestes atención al sufrimiento de los animales por motivos diversos y especialmente los causados por la crueldad del ser humano.
No te fijes en los abusos de las bestias humanas sobre las personas, ni te preguntes el por qué de las guerras y especialmente el por qué de las guerras de saqueo; ni pienses ni en la mutilación en ellas de niños, mujeres y ancianos, y de familias enteras, y de ningún modo en la muerte...
No pienses en nada de todo eso, y vivirás feliz, encantado de la vida aunque tu categoría biológica te sitúe por debajo de la de una rata de alcantarilla. Así nadie podrá acusarte de pesimista: el peor insulto que en el siglo XXI un ser humano puede recibir de tantos de esos ejércitos de listos...
DdA, XVIII/5.264
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