Me parece un olvido lamentable el que ha protagonizado el Ministerio de Consumo. Bien está que disponga como proyecto de real decreto la próxima aprobación (segundo semestre de 2023, ignoro por qué no antes) de un plan que fomente, en todos los centros educativos que van desde los primeros años hasta la educación profesional, una alimentación saludable y sostenible. Pero está muy mal que, con ocasión de esa medida, no se haya reparado en la alimentación que reciben nuestros mayores en la mayoría de las residencias.
Creo que Alberto Garzón, a pesar de la tragedia vivida en estos centros durante la pandemia de Covid-19 y que ocasionó el fallecimiento por abandono o desasistencia de miles de ancianos, no ha tenido la atención que también en materia alimentaria merecen nuestros mayores. Hubiera sido un acierto del Ministerio de Consumo, ahora que piensa en lo que deben comer las generaciones más jóvenes, reparara en quienes han sufrido recientemente tanto abandono en las residencias y geriátricos.
Se lo ha recordado la plataforma Marea de Residencias al ministro, ilustrado con las fotografías de los menús al uso en esos centros y que dejan en evidencia esa deplorable realidad, con el predominio en los mismos de los alimentos fritos, los purés, el jamón de york y los huevos. Esto es algo que no es de ahora. Forma parte también del sistema de máxima rentabilidad que quienes administran esos centros llevan a cabo, tanto con la alimentación como con la precariedad en las plantillas. Prima la concepción y finalidad de las residencias como negocio del que sacar los máximos beneficios, pues al fin y al cabo quienes están internados en ellas han dejado de ser productivos.
El Ministerio de Consumo sabe que ese es, predominantemente, el tipo de gestión que por desgracia se da en esos centros y por eso es más de lamentar su falta de previsión cuando al tratar de mejorar los menús en los centros educativos, no ha hecho lo propio con el que reciben nuestros mayores en buena parte de las residencias.
Lo acaba de proclamar a voz en grito Mariano Turégano, 82 años, en una alocución impactante (me gustaría que lo fuera allí donde debe ser escuchada) que tuvo por escenario el Ayuntamiento madrileño de San Sebastián de los Reyes. Mariano Turégano es usuario de la residencia Moscatelares, que además de denunciar temperaturas de 40 grados este verano en el interior del centro se refirió a una “comida deleznable”. Mucho me temo que su voz solo haya tenido repercusión mediática y que todo siga como el gobierno de la Comunidad de Madrid permite.
DdA, XVIII/5.272
No hay comentarios:
Publicar un comentario