lunes, 26 de septiembre de 2022

LAS CRISIS SON PARA IR HACIA ADELANTE Y NO HACIA ATRÁS



Valentín Martín

 DIFERENTES

Resulta estremecedor comprobar cómo la historia apócrifa expolia verdades y desaloja a sus verdaderos protagonistas, condenándolos a la inexistencia. A estas alturas ya nadie sospecha de Lord Byron y su poema donde nació el sangre, sudor y lágrimas que figura en la nómina de Churchill, uno de los personajes que más daño ha hecho a este país. Un país que se desconoce a sí mismo porque quiere. No le gusta sentirse en deuda con ninguno de sus hijos, salvo con los patriotas impostados de los que abominaba Byron en The Age of Bronze.
Estamos cada vez más cerca de los años 30 donde un lenguaje vandálico fabrica oratorias que cosechan inauditas rendiciones de amor. Y desabrigan las conquistas sociales que, contra ventarrones tradicionales, se han ido asentando en forma de leyes para todos.
Tengo miedo.
No me causa perplejidad la actitud de los que usan un país para ponerlo a su nombre. Pero una amarga alerta me acompaña en el último tramo al mirar la geografía humana donde van a respirar nuestros nietos. No son una metáfora los alcaldes que desandan el tiempo borrando otra vez a los poetas. Es un regreso bien diagnosticado.
Durante los últimos años de la dictadura y después, la mayoría de los españoles se adelantaron a los legisladores. La gente fue por delante de los gobiernos, practicando un cambio de hecho en las costumbres que esquivaban la antigua intolerancia. De ello se aprovecharon los partidos lagartijas que prometieron ese cambio para alcanzar el poder y se quedaron a medio camino.
Pero no hay que ignorar el vuelco politico ocasionado por gobiernos recientes poniéndose al frente de ese cambio social donde el país es un líder al que han seguido muchos de su entorno, y no al revés como venía sucediendo. Cuando sucedía.
Tenemos una legislación de acuerdo con el siglo donde estamos. Ha costado ese sangre, sudor y lágrimas de Lord Byron, pero nos ampara. La cuestión es hasta cuando. Y si en la vida diaria se dan evidencias de una intransigencia que no figura en el guión pero que cabalga intocable.
Porque hay muchos atisbos de un cambio de papeles. No es casual la ignorancia de los jóvenes sobre nuestra historia. Una guerra civil no se acaba nunca cuando su interpretación es tan estrambótica como que " los españoles se rebelaron contra Franco". Y hay síntomas más desalentadores. Ciudadanos que desde los 5 años ya pasan de la antigua frialdad a calar la bayoneta e iniciar la represión contra este Estado que alcanzó las leyes más sociales en el universo de su entorno. Y a partir ese umbral infantil, a practicar día a día una beligerancia contra todo lo que no sea civilización interpretada por tantos Melonis. Esto es una desoladora deconstrucción, así que permítaseme un acojone.
La civilización es justamente lo contrario: respeto a todos, pero especialmente a las minorías. Y acogimiento natural y no solamente legal a los diferentes, sea cual sea su diferencia. Unos diferentes y unas diferencias que en el plano legal aquí y ahora no existen, pero que sirve de muy poco si esa interpretación no es la misma por parte de la sociedad.
Las sociedades avanzan por los siglos cuando en ellas quepan todos y yo no tenga que escribir este artículo. Países en crisis, sociedades en crisis, es su estado natural porque las crisis son para ir hacia adelante y no hacia atrás.
Antes dije que tenía miedo. Pánico me da que aparezca otra vez el España y yo somos así, señora, de Marquina.

DdA, XVIII/5.273

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