Alejandro Álvarez
Veamos: dos gasoductos ruso-alemanes sufren un atentado que los deja inservibles. EE.UU. siempre quiso cargarse de una u otra forma esos dos gasoductos (la presión sobre Alemania para que no se construyeran fue brutal -consta en hemeroteca- y el segundo nunca entró en funcionamiento). Pretendía que Europa no aumentase su comercio de gas con Rusia y, de paso, como está sucediendo, le comprase a EE.UU. el gas licuado, lo cual le proporciona ahora jugosísimos beneficios. Ucrania también se opuso siempre a esos dos gasoductos porque eso liberaba a Rusia de tener que pasar por su territorio, lo cual la perjudicaba económicamente (Ucrania perdería miles de millones anuales). La oposición de EE.UU. y Ucrania a los dos gasoductos Nord Stream I y Nord Stream II estaba muy clara y está muy documentada.
Sin embargo, Rusia (y Alemania) se gastaron un dineral para construir tales gasoductos y a ambos les venían muy bien: a Rusia para exportar gas a través de ellos y conseguir suculentos recursos (y en el futuro más aún) y a Alemania para tener garantizada energía imprescindible para su industria y su sociedad. Está claro quién sale ganando y quién, perdiendo.
Pero los medios están extendiendo la idea (sin ninguna prueba pero eso no les importa) de que fue Rusia quien dinamitó sus propios gasoductos y sus posibilidades futuras de exportar cantidades ingentes de gas. El tufo nauseabundo a cloaca y manipulación informativa invade todos los espacios pero sospecho que hasta las pituitarias mentales más atrofiadas perciben con claridad el pestilente olor. Y el insulto a la inteligencia es tan evidente que tales medios siguen resbalando inevitablemente por la pendiente de su descrédito, cada día más patente.
DdA, XVIII/5.277
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